miércoles, 24 de febrero de 2010

La lucha transexual, entrevista a Mónica León


Mónica León destaca desde el primer instante en que entra a una habitación. Por miradas o codeos, su presencia no pasa desapercibida. El día de la entrevista, lleva puesto un par de zapatos altos y un elegante vestido blanco. En el pecho porta dos discretas insignias, un lazo rojo, representando la solidaridad con los enfermos de sida, y un símbolo con los seis colores del orgullo de la comunidad gay.

Dinámica activista transgénero en Argentina, fue coproductora del filme Hotel Gondolín, documental que trata sobre la problemática que viven las transexuales en este país. En 2004 viajó a Francia, donde permaneció sin papeles varios años, razón por la cual estuvo obligada a poner en pausa sus acciones reivindicadoras. No obstante, fue protagonista de un escándalo mediático cuando en 2005 intentó unirse en matrimonio con Camille Barré, a su vez una activista transexual francesa. En 2009 obtiene su primer permiso de residencia.

En esta entrevista Mónica León nos comparte un poco sobre su vida como transgénero y activista, así como sobre el movimiento trans en Argentina y en Francia.

Pedro T. García: En nombre de la asociación Esprits Libres, le damos la bienvenida a Poitiers y a nuestra universidad. Como usted sabe, entre otras cosas, nuestro proyecto se enfoca en estudios de género. Uno de nuestros objetivos es conducir a jóvenes estudiantes a cuestionarse sobre lo que significa el ser hombre y el ser mujer. Para usted, ¿qué significado tiene nacer niño o nacer niña?
« Yo soy activista de muchos años, soy seropositiva, soy trabajadora sexual, soy transgénero pero ante todo yo me considero un ser humano »

Mónica León: Yo siempre pensé que a mí no me hace mujer tener una vagina ni unos pechos. Creo que es un estereotipo de la raza humana, que ha establecido los dos géneros hombre y mujer, pero creo que los géneros han evolucionado y hay una diversidad grandísima de géneros e identidades. Yo, por ejemplo, me considero una transgénero femenina.

Para mí el concepto de transgénero es una transgresión a la identidad, y yo no acepto lo que me impone la sociedad. Yo transgredo, yo quiero conservar mi sexo masculino, yo quiero que la sociedad me considere mujer, que la sociedad me considere mamá, que mi familia me acepte como una mujer sin pasar una operación.

Chüs Pan: ¿Cuál es la diferencia entre el término transexual y transgénero?

ML: Una transexual o un transexual pasa por una operación. Por ejemplo, una persona que ha nacido varón se opera para cambiar su sexo masculino al femenino, quiere decir para tener una vagina. Una mujer que nace con identidad masculina se opera y se transforma en un hombre, con un pene. Un o una transgénero es una transgresión, una persona que ha nacido hombre, ha modificado su cuerpo mediante hormonas, silicona, cirugías, pero la identidad siempre va a ser femenina. O lo contrario, si es una mujer que ha nacido con una identidad de hombre hace lo contrario a nosotras.

En muchos países se usa el término travesti. Por ejemplo en Sudamérica, las travestis estamos frivolizadas por los medios de comunicación. El travesti es la persona que ocasionalmente se traviste, depende del momento o circunstancia. No es una persona que tiene problemas de estado civil, total su travestismo es ocasionalmente, como puede ser para ir a una discoteca o para ir a un cumpleaños, o a una fiesta. No es lo mismo que decir una transexual o una transgénero. Nuestra es una forma de vida que nosotras optamos, y nosotras luchamos contra una sociedad que trata de imponernos sus propias reglas sociales.

PTG: ¿Cuál diría usted que fue el inicio de esta lucha trans en Argentina?
« Luchamos contra una sociedad que trata de imponernos sus propias reglas sociales »

ML: Hubo varios grupos de transexuales donde una de las pioneras fue Kenny de Michelis que fue precursora en inscribirse a la facultad de artes y letras en Buenos Aires. Ella fue muy mediatizada porque en el 93 las transexuales no estábamos insertadas, y fue el momento boom para que las transexuales, transgénero y travestis abrieran los ojos y pudieran defender sus derechos. Fue la vocera de nosotras y fue el ejemplo a seguir.

Hubo muchos movimientos que he trabajado con ellos por años y después me aparté porque no he compartido la política de lucha, la reivindicación. La honestidad de trabajo tampoco la comparto.

CP: ¿Cuáles serían algunos ejemplos de políticas de lucha que no comparte con estos grupos?
« Nosotras denunciamos al sistema político, pero no denunciamos al sistema interno que existe en el mundo de las trans; un mundo de corrupción e hipocresía »

ML: Las activistas de esos tiempos, que hoy en día siguen siendo activistas, no hablan de muchas verdades que se deberían hablar: explotación de transexuales, tráfico de menores, tráfico de droga, venta de droga, tráfico ilegal de silicona… estos temas que no se tocan. Si una transexual me aplica la silicona creo que es una práctica ilegal de la medicina y creo que tengo el derecho de denunciar. No puedo ser cómplice de un sistema hipócrita.

Nosotras denunciamos al sistema político, pero no denunciamos al sistema interno que existe en el mundo de las trans; un mundo de corrupción e hipocresía, donde el poder la tiene la más fuerte y la más débil tiene que ser sumisa a lo que dispone una transexual. Y si la transexual dice “bueno, yo te doy mil euros si te vas a trabajar a Europa y allá me vas a pagar seis mil euros”, yo tengo que agachar la cabeza, viajar a Italia, y pagar los seis mil euros, porque si no yo voy a desaparecer o alguien de mi familia va a desaparecer. Esto es común a prácticamente toda Sudamérica. En Argentina, Colombia, Brasil…

PTG: Y precisamente en casi todos estos países es común asociar inmediatamente a la comunidad trans con la prostitución. ¿Cuál es su postura frente a esta relación entre transexuales y prostitución?

ML: De hecho, yo soy activista de muchos años, soy seropositiva, soy trabajadora sexual, soy transgénero, pero ante todo yo me considero un ser humano que estoy capacitada a ejercer todo otro tipo de profesiones, no solamente la prostitución. Creo que una transexual o una transgénero no es incapaz de insertarse socialmente. Que muchas de las trans piensan que una transexual es sinónimo de prostitución y hay que seguir ese camino porque lo han seguido nuestras antepasadas trans y yo no apoyo esto.

Lo que sí yo apoyo es, por ejemplo, si una persona elige el trabajo sexual que lo defienda, que se ponga la camiseta de trabajadora sexual y que defienda su trabajo como cualquier otro trabajo autónomo e independiente.

Yo sé que es una violación al cuerpo, comparto con muchas feministas esos pensamientos porque yo lo he practicado, y la practico hasta hoy en día y para mí es una violación al cuerpo humano.

CP: ¿Considera que hay una falta de implicación política de la comunidad trans?

ML: No, yo no considero que tienen falta de implicación política. Por ejemplo, en Argentina hay una trans muy conocida [Florencia de la V], es actriz, y creo que políticamente nos ayuda. No está implicada en el ámbito como activista, pero ella sale en la televisión y de una forma acelera la evolución social delante del público.

Creo que no hace falta tener miles de activistas para defender los derechos, cada uno ocupa su lugar. Yo tengo amigas que son peluqueras y que están insertadas en el núcleo familiar, tienen su familia y son respetadas como tal, y esa es una forma también de acelerar el derecho y el respeto por la identidad de las trans.

PTG: ¿Cuál es el papel de la familia frente a la exclusión social de las transgénero?

ML: Hace muchos años yo pensaba que los responsables de la exclusión social que viven las trans eran los padres. Con el paso de los años yo descubro que es el Estado, porque el Estado no promulga leyes donde acepte a las trans. Hace un par de meses vi un documental que mostraba que en Tailandia las transexuales eran aceptadas en escuelas primarias, que se llaman ladyboys. Me pareció un buen ejemplo para muchos países donde existen muchas trans.

CP: En base a su experiencia, ¿es muy diferente la relación entre el Estado argentino y el Estado francés y la comunidad transexual y transgénero?
« Las abanderadas en Sudamérica son las trans argentinas en la reivindicación de los derechos de transexuales »

ML: Francia es un país muy gay y muy lesbiana, pero Argentina es un país más trans. Las trans somos muy visibles. Acá [en Francia] no hay mucha visibilidad, en la televisión se tocan temas superficiales, no hay manifestaciones.

Por ejemplo, el año pasado hubo una muerte en el bosque [de Boulogne]. Una trans ecuatoriana que fue encontrada muerta y el artículo del Parisien era de cinco renglones. Pero si muere un árabe hay manifestaciones en la calle y sale en la tele. Pero una trans no. Acá hay más tabú con temas trans.

Las abanderadas en Sudamérica son las trans argentinas en la reivindicación de los derechos de transexuales. En los 90 nosotras empezamos a organizarnos, nos empezamos a expandir, después siguió la causa Brasil que también es un país fuerte de transexuales y empezó a reivindicar los derechos, pero acá en Francia no. Yo veo que acá en derecho estábamos diez o quince años retrasadas que en Argentina o que en Sudamérica.

PTG: En 2009 usted fundó la asociación ALIITAS. ¿Cuáles son sus expectativas para esta organización?

ML: Con ALIITAS [Association de Lutte Internationale Identitaire Transgenre Arrêt Sida] yo tengo mi ambición. Es una asociación creada aquí en Francia pero la quiero extender a una escala internacional. Conocí muchas ONG de trans y ninguna me convenció. Quiero tratar con mucho empeño la calidad de vida de las transexuales (inserción social, salud, trabajo, estudios…). Sobre todo dar el ejemplo a seguir para las menores de edad trans. Pero a mí me falta pulirme, yo me baso de la experiencia personal, pero me falta pulirme, y pulirme es continuar los estudios, para ser alguien, alguien en la vida.


Pedro T. García y Chüs Pan para el proyecto colectivo Esprits Libres

Foto de la portada: ©tofz4u

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