En diciembre de 2009, luego de una lucha de tres años, la comunidad de lesbianas, homosexuales, bisexuales y personas transgénero (LGBT) en Mongolia logró que se reconociera legalmente el primer y único Centro de LGBT en el país. Robyn Garner, Directora Ejecutiva del Centro, conversa sobre la discriminación que LGBT enfrentan, los retos y lecciones aprendidas de la campaña, así como las repercusiones para otras luchas de LGBT en el mundo.
Por Masum Momaya
AWID: En general, ¿cómo se trata a las personas LGBT en Mongolia?
Robyn Garner (RG): La respuesta corta es: muy mal. En todos los niveles y áreas de la sociedad hay discriminación, falta de comprensión, ignorancia y un odio patente. Ser lesbiana, homosexual o transgénero en Mongolia implica ser paria. En su gran mayoría, las personas LGBT optan por llevar una vida sumamente secreta. Viven con temor, lo cual es comprensible. La amenaza de violencia es muy real, como también lo es la pérdida de medios de vida, vivienda, familia y amistades. La mayor parte de la violencia documentada ha sido cometida por parientes: las personas LGBT son atacadas por algún miembro de su familia cuando se sospecha de su orientación sexual y/o identidad de género o ésta ha sido revelada. Por otro lado, recientemente, con el surgimiento de grupos ultranacionalistas extremistas,[1] hemos visto un alarmante incremento de ataques por pandillas contra homosexuales y personas transgénero. Además, dado que la comunidad de LGBT tiene un temor legítimo de sufrir violencia secundaria por parte de la policía, estas agresiones no han sido denunciadas.
En Mongolia no existen protecciones legales o constitucionales para las personas LGBT, quienes básicamente son invisibles a nivel legislativo y constitucional. La persecución por la policía y la Agencia de Inteligencia General (GIA) es común. Sabemos, por ejemplo, que la GIA mantiene un registro de homosexuales conocidos en Mongolia y vigila activamente a LGBT. Además tenemos pruebas anecdóticas de detenciones arbitrarias y violencia policiales cuando están bajo custodia.
Las mujeres también son objeto de violencia y hostigamiento. Hemos documentado incidentes de violencia sexual contra varias lesbianas, así como de lesbianas que han sido golpeadas por sus familias y echadas a la calle.
La tasa de suicidios de LGBT, particularmente jóvenes, es alta. Sin embargo, nunca lees nada sobre estas estadísticas.
Básicamente, en Mongolia es peligroso ser lesbiana, homosexual o transgénero.
AWID: ¿Puedes decir más sobre las amenazas contra LGBT a partir del surgimiento de grupos ultranacionalistas? ¿Propagan éstos una ideología abiertamente homofóbica?
RG: En Ulán Bator [la ciudad capital], las esvásticas se han convertido en algo tan familiar que es escalofriante. Los grupos ultranacionalistas neonazis han fijado una agenda que es distintivamente heteronormativa y tiene una firme base en el concepto de la pureza racial. Por muy repugnantes que me parezcan esos grupos, puedo comprender las circunstancias que les han dado vida y por qué están disfrutando de una creciente popularidad.
La gente mongola está viendo, cada vez con más cólera, cómo los bienes del país son vendidos, uno a uno, a extranjeros. Se negocian tratos para beneficio político y personal a corto plazo a expensas de cualquier visión real a largo plazo para el país y su pueblo, lo cual es un motivo justificable de preocupación. En vista de ello, el rápido incremento del ultranacionalismo ha sido inevitable. Sin embargo, su actual manifestación es el retroceso hacia una mentalidad arcaica que indudablemente no tiene lugar, en ningún contexto, en el siglo 21.
Cuando el pueblo mongol se sublevó y luchó por la democracia, lo hizo a favor de un sistema que le permitiera tener la libertad de elegir – y esa libertad no se limitaba a la esfera política; era la libertad para hacer sus propias elecciones de vida. Estos ultranacionalistas son, a través de sus creencias, la antítesis de la democracia. Adoptan – mediante la práctica de la violencia – un rígido sistema de control racial y social que encarna los llamados valores “tradicionales” mongoles.
La ironía es que, en lo concerniente a la sexualidad, la sociedad tradicional chamánica de Mongolia – más antigua que el socialismo y el budismo – no tenía esas barreras. Aun así, ahora son una amenaza muy real para LGBT.
AWID: ¿Puedes contarnos sobre algunas experiencias positivas y negativas que ustedes tuvieron durante la campaña de tres años para inscribir el Centro de LGBT de Mongolia?
RG: A decir verdad, hubo más puntos bajos que altos. Fue un proceso increíblemente difícil. Pero teníamos la determinación de recorrer ese camino y nos habíamos preparado para luchar hasta las últimas consecuencias, de ser necesario recurriendo al tribunal supremo de la nación. Sabíamos que nos esperaba una larga batalla. El hecho de que nos repelieran una y otra vez fue definitivamente la parte más dura; nos provocó mucho cansancio y un gran desgaste emocional. Y cada vez era por razones tan arbitrarias, razones que básicamente se reducían a un hombre en la Agencia de Registro Legal de Entidades (LERA) que emitía juicios basados en sus propias actitudes estrechas.
Viendo hacia atrás, era casi cómico. Cada vez que llegábamos con nuestro copioso papeleo para el trámite de inscripción, este hombre miraba todo minuciosamente y luego nos decía que teníamos que cambiar esto, aquello o lo otro. En una ocasión nos informó que no podíamos participar en ninguna actividad de gestoría y defensa, por lo que esto debía eliminarse de nuestros estatutos. Cada vez él quería que volviéramos a llenar la papelería, diciéndonos que si hacíamos los cambios nos iba a inscribir. Perdí la cuenta de las veces que modificamos los textos o, mejor dicho, los escribimos de una manera más cautelosa.
Al final, habiendo agotado todos los demás recursos a su alcance, la LERA se opuso a nuestro nombre: Centro de Lesbianas, Homosexuales, Bisexuales y Personas Transgénero. Dijeron que iba contra las costumbres y tradiciones mongolas y que tenía el potencial de dar un mal ejemplo a la juventud. Aunque en un sentido esto fue otro retroceso para nuestra iniciativa, lo cierto es que no podíamos estar más felices. El lenguaje utilizado por la LERA en esa carta oficial de rechazo era abiertamente discriminatorio y contravenía las obligaciones internacionales del país en virtud de las convenciones que ha suscrito. Esto nos dio una sólida plataforma para proyectarnos a nivel internacional y una base que nos permitiría iniciar nuestra propia acción legal internamente.
AWID: ¿Cómo ayudó a esta causa la presión internacional ejercida por ONG tales como Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas (CIDHGL)?
RG: Human Rights Watch[2] y la CIDHGL[3] intercedieron en nuestro nombre ante el Ministerio de Justicia y Asuntos Internos (MJAI) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de Mongolia. Asimismo, Emerlynne Gil, del Foro Asiático para los Derechos Humanos y el Desarrollo (FORUM-ASIA), realizó una campaña incansable a diversos niveles por nuestra inscripción. El MJAI hizo caso omiso y al parecer no sentía presión alguna para actuar. La CNDH era diferente. Estuvimos en contacto con la CNDH antes de que estas organizaciones se involucraran, pero no habíamos logrado que prestara atención a nuestros asuntos. Eso cambió con la presión que llegó desde afuera. Aunque la CNDH es un órgano gubernamental, tiene el mandato de actuar independientemente en lo que concierne a violaciones de derechos humanos. La presión externa le recordó sus obligaciones, sobre todo la de defender el principio de indivisibilidad de los derechos humanos. Entonces vimos en la CNDH un claro cambio de actitud y la voluntad de trabajar por nuestra inscripción.
AWID: ¿Qué puedes decir de las peticiones provenientes del público en general? ¿Crees que el gobierno les prestó atención y fue influenciado por ellas?
RG: Cuando recibimos la carta oficial que nos denegó la inscripción, difundimos un llamado a nivel internacional para que personas y organizaciones enviaran peticiones al MJAI y a la CNDH. La respuesta fue increíble. Gente de todo el mundo nos contactó y envió peticiones exigiendo nuestra inscripción. Sin embargo, a nivel local era otra historia. Se nos hizo muy difícil conseguir apoyo aquí en Ulán Bator y lograr que organizaciones locales de derechos humanos y de mujeres incorporaran asuntos de LGBT en sus agendas. Pero recibimos un gran apoyo sobre todo de ‘Alza las Manos por tus Derechos’,[4] la rama juvenil de la ONG MONFEMNET. Son un grupo inspirador de jóvenes que están trabajando por construir una sociedad verdaderamente abierta y libre y se han comprometido con el principio de la inclusión. Difundieron su propia petición y lograron obtener una sorprendente cantidad de firmas. Creo que en realidad todas las peticiones no influyeron en el MJAI, pero no me cabe duda de que la CNDH sí les prestó atención.
AWID: ¿Puedes decirnos más sobre los problemas que ustedes enfrentaron para que ONG locales de derechos humanos y de mujeres incorporaran asuntos de LGBT en sus agendas? ¿No eran sensibles, se resistían y/o actuaban con hostilidad? ¿Y tienes idea de por qué?
RG: Lamentablemente, quienes están al mando de esas ONG de derechos humanos y de mujeres no son inmunes a los tipos de prejuicios que existen dentro de la población más amplia. Son producto del sistema como lo es cualquier otra persona y tienen la misma falta de información y conciencia. Básicamente, sus respuestas en el pasado a nuestros intentos por que abordaran asuntos de derechos humanos de LGBT dentro de sus marcos de trabajo entraban en dos campos: decían “es un problema de ustedes, no nuestro”, o nos descartaban por completo. Pero esto no ocurre únicamente en Mongolia. Lo hemos visto no sólo a nivel nacional sino también en el ámbito internacional.
Nuestras experiencias con el proceso de la CEDAW en 2008 fueron en extremo desalentadoras. Hay integrantes del Comité de la CEDAW que se oponen con vehemencia a los asuntos de LBT que están siendo abordados a través de la CEDAW. Tristemente, nos topamos de lleno con este problema. A pesar de haber denunciado una gran cantidad de violaciones de derechos humanos que se estaban cometiendo contra la comunidad de LBT, ni una sola palabra se mencionó al respecto en las observaciones finales del Comité.
AWID: ¿Cuáles son las implicancias simbólicas y prácticas de haber logrado la inscripción del Centro?
RG: Simbólicamente, nuestra inscripción es muy importante. Somos la primera ONG de derechos humanos de LGBT en Mongolia, y esto es una gran fuente de empoderamiento para toda la comunidad de LGBT. Es el reconocimiento legal de que existimos. Hoy día la comunidad sabe que hay una organización que tiene el mandato legal de luchar por los derechos de estas personas y trabajará para asegurar su lugar en la sociedad, libres de violencia y discriminación. A nivel práctico, el hecho de estar inscrita como ONG significa que podemos llevar nuestro activismo a un nivel más alto en el ámbito nacional. Ahora estamos en posición de involucrarnos directamente con el gobierno y llegar a ser una parte reconocida y legítima de la sociedad civil. Significa que el futuro con que soñamos puede hacerse realidad.
AWID: ¿Cuáles lecciones puedes compartir con ONG de LGBT en otras partes del mundo que están tratando de lograr su reconocimiento e inscripción?
RG: La lección más importante es la persistencia. Nunca darse por vencidas, sin importar cuán difícil parezca una batalla. Hay muchas personas y organizaciones en todo el mundo que van a apoyar la lucha y es vital pedirles que lo hagan. También es importante familiarizarse con la legislación nacional y los mecanismos internacionales de derechos humanos, para utilizarlos siempre que sea posible. Además, articularse con organizaciones locales de la sociedad civil y hacer uso de cualquier mecanismo de derechos humanos que esté disponible en el país o la región – por ejemplo, instituciones nacionales de derechos humanos, asesores en derechos humanos dentro del gobierno y el parlamento, así como oficinas locales de las Naciones Unidas.
AWID: ¿Cuáles serán algunas de las primeras iniciativas del Centro de LGBT?
RG: Por supuesto, asegurar el financiamiento es la prioridad número uno. Más allá de esto, hemos identificado una gama de áreas en las cuales vamos a involucrarnos progresivamente. Son éstas:
- Reforma legal y constitucional, lo que incluye introducir leyes contra la discriminación y los crímenes por motivos de odio; brindar asesoramiento jurídico y representación legal a LGBT; y trabajar con el poder judicial en defensa de los asuntos de LGBT a fin de crear un ambiente legal más propicio.
- Capacitación en materia de derechos humanos de LGBT para la policía, el poder judicial, agencias gubernamentales y la sociedad civil.
- Gestoría, defensa e información pública dirigidas al gobierno, agencias gubernamentales, organizaciones de desarrollo, la sociedad civil, la policía, la GIA y el público en general.
- Creación de un grupo de apoyo de ‘Madres, Padres y Amistades de Homosexuales y Lesbianas’.
- Establecimiento de grupos de LGBT y una red de LGBT en universidades y escuelas.
- Provisión de asesoramiento psicológico y una línea telefónica de ayuda a LGBT con atención las 24 horas del día.
- Creación de una red de zonas de empleo seguro en las cuales los empleadores garanticen que las personas LGBT no serán discriminadas en su lugar de trabajo.
- Establecimiento de un centro de recursos para LGBT.
- Investigación continua sobre asuntos de derechos humanos de LGBT en Mongolia y la subsiguiente promoción de éstos.
- Gestoría y defensa a nivel internacional utilizando mecanismos internacionales, específicamente los de derechos humanos de las Naciones Unidas, para promover los asuntos de personas LGBT mongolas.
AWID: ¿Cuáles son algunas formas en que personas y organizaciones de todo el mundo pueden solidarizarse con el Centro de LGBT de Mongolia y centros similares en otros lugares?
RG: En los últimos años hemos establecido fuertes vínculos con organizaciones de LGBT y de derechos humanos en todo el mundo. Con ONG de LGBT de Ecuador y Kirguistán ya estamos pensando en estrategias para proyectos conjuntos que involucrarían intercambio de habilidades y posibles transferencias de personal.
En términos más generales, personas a título individual y organizaciones locales de la sociedad civil pueden ayudar al Centro de LGBT y a organizaciones similares en todo el mundo incluyendo asuntos de derechos humanos de LGBT en su mandato más amplio y haciendo más que fingir estar de acuerdo con el concepto de la inclusión. Si estás trabajando a favor de los derechos humanos, tus acciones deben ser congruentes con lo que dices.
En una era de redes de comunicaciones globales, tenemos más poder que nunca antes para decirle al mundo lo que nos está sucediendo y lograr que la gente responda. Ahí radica la solidaridad. Ya no vivimos en aislamiento – sin importar cuán remotas sean nuestras ubicaciones físicas y lo lejos que percibamos estar de los ojos del mundo. Cuanto más nos conectamos mutuamente a nivel regional y global, mucho mayor es nuestro empoderamiento.
Referencias:
- Moxley, Mitch, ‘The Neo-Nazis of Mongolia: Swastikas Against China’ [‘Los neonazis de Mongolia: Esvásticas contra China’], Time, 27 de julio de 2009.
- Human Rights Watch, Carta al ministro de Justicia y Asuntos Internos de Mongolia, 9 de julio de 2009 (en inglés).
- Comisión Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas (CIDHGL), Carta al ministro de Justicia y Asuntos Internos de Mongolia, 17 de julio de 2009 (en inglés).
- Alza las Manos por tus Derechos es una campaña dinámica y participativa para apoyar el empoderamiento de jóvenes y su activismo a favor de los derechos humanos, la justicia de género y la democracia en Mongolia. Su estrategia es dar a conocer los derechos humanos de manera creativa, accesible y positiva, utilizando capacitación de pares y actividades públicas divertidas. La campaña es apoyada por MONFEMNET, la Red Nacional de ONG de Mujeres Mongolas.
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