Cumple una década la Clínica Especializada Condesa en el tratamiento de pacientes con VIH y enfermedades de transmisión sexual; ahora ofrece también hormonización a la comunidad transgénero.
Ser una persona transexual no es del todo fácil. Al menos no en una sociedad que al parecer aún no está educada al respecto. La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) define transgénero como un término que incluye a aquellas personas, hombres o mujeres, cuya expresión sexual difiere del sexo biológico con el que nacieron. Las personas transgénero “viven parcial o completamente como miembros del otro género”. Los transexuales son personas “que viven o desean vivir tiempo completo como miembros del género opuesto a su sexo de nacimiento”.
La APA indica que aquellas personas que nacieron mujeres pero que quieren ser reconocidas como hombres, son hombres transexuales. Lo mismo para hombres biológicos que quieren ser reconocidos como mujeres, son mujeres transexuales. El proceso para pasar de un género a otro es llamado reasignación de sexo o reasignación de género.
España dio un gran salto en cuanto a políticas públicas dirigidas a la comunidad transgénero cuando entre 2006 y 2007 aprobó la Ley de Identidad de Género, que permite a los transexuales españoles cambiarse el nombre y el género ante un registro civil. Sus servicios de salud pública pueden realizar cirugías de reasignación de sexo en los casos que así lo requieran y los costos son asumidos por el Estado. En ese sentido, en 2008, Cuba también aprobó una serie de políticas de salud pública para brindar servicios de reasignación de sexo.
En México el camino aún es largo en cuanto a derechos legales y de salud de la comunidad transgénero, si lo comparamos con España y Cuba. Aunque todo camino tuvo que ser labrado por primeros pasos y al parecer éstos se están dando en un espacio de larga trayectoria progresista. La legendaria Clínica Especializada Condesa, ubicada en Benjamín Hill, en la colonia Condesa de la Ciudad de México, ha abierto dentro de sus instalaciones el primer Centro de Atención para Personas Transgénero del país.
HACE CUATRO AÑOS
“En aquel entonces, según yo, me identificaba como niño gay, pero como me fui metiendo en el ambiente, pues vi que yo no era un hombre homosexual, sino que siempre sentí esta cosquillita desde pequeño de quererme vestir de niña. Estaba en el ambiente porque no conocía otras chicas como yo. Cuando llegué a esta clínica empecé a ver a otras chicas que en un principio creí que eran travestis, ya cuando me fui documentando me enteré que eran chicas transexuales o transgénero. Entonces yo les preguntaba a ellas con qué doctor iban para que les prescribiera un tratamiento de hormonización. Mi sorpresa fue cuando escuché cosas como que lo hacían sin doctor, compraban las hormonas según las recomendaciones de sus amigas y se las tomaban como ellas se daban a entender. Yo quise hacer las cosas bien desde un principio”, así lo relata Ariadna Ximena, una auténtica chica de 30 años con una figura delineada y envidiable, piel bronceada, cabello de un color nuez alegremente rizado y con cuatro años en tratamiento de hormonización. Ximena es una chica alegre y optimista y la dignidad con la que se refiere a sí misma es poco común incluso en heterosexuales mexicanos. Y es con esa misma dignidad y humor con la que recuerda la primera vez que se acercó a una clínica para hablar con un doctor sobre su situación transgénero, pues ella (en aquel entonces él) ya se sabía como una mujer: “Me acerqué al área de endocrinología del Hospital General de la Ciudad de México porque tenía entendido que eso tenía que ver con hormonas. Había tratamientos de todo: cáncer de próstata, cualquier balance hormonal e incluso falta de erección… Una persona, un tipo, un empleado del Hospital General me vio y me dijo ‘¿a que vienes tú?’. Yo no sabía ni cómo verbalizarle mi situación, le dije que tenía un simple problema con mis hormonas, quién sabe cómo me vio, afeminado, andrógino, yo qué sé, pero me dijo ‘¿tú eres hombre?’. Cuándo le dije que sí, este tipo me dijo que podía recomendarme un doctor que podía ‘curarme mi homosexualidad’ con hormonas. Además de que se me hizo muy tonto el comentario, su trato fue de lo más despectivo. Y todo esto sucedió en una institución de servicio de salud pública”.
“Nos dimos cuenta que las personas transgénero basaban su tratamiento en recomendaciones de otras personas, otras chicas, amigos. Y definitivamente la autohormonización conlleva un alto peligro cardiovascular”, explica el doctor Ricardo Jara Espino, jefe del servicio de endocrinología del Centro Integral Transgénero de la Clínica Especializada Condesa, para quien uno de los principales objetivos de este Centro es prevenir grandes riesgos de la salud relacionados con el uso indiscriminado de hormonas. Según Jara Espino, uno de los riesgos más comunes debido a las altas dosis de hormonas es sufrir una tromboembolia pulmonar, lo que deriva en una falta de oxígeno que en ocasiones de emergencia puede llevar a la muerte. Por la ansiedad de ver cambios rápidos en el cuerpo, asegura, ha habido casos de personas transgénero que llegan a ingerir toda una caja de estrógenos en un día. “Cabe mencionar que una tromboembolia es de diagnóstico complicado, esto —explica Jara Espino—, porque precisamente no se suele preguntar si el paciente está bajo tratamiento de hormonas”.
Otro gran problema que han detectado entre la comunidad transgénero que no cuenta con asesoría especializada, es la compra de hormonas en puestos ambulantes y en algunos casos de extrema marginación, las personas llegan a utilizar implantes con aceites, ya sea bovino, automotriz, etcétera, para hacerse transformaciones sexogenéricas.
EL DILEMA DE SER “YO”
Andrea González es la coordinadora del programa de VIH/ Sida de la Ciudad de México, es la directora de la Clínica Especializada Condesa y, desde luego, del Centro de Atención para Personas Transgénero: “La población transgénero es una de las más afectadas por el VIH y realmente no tienen acceso a servicios de salud. Ahora bien, es muy difícil que te acerques a esta población exclusivamente para ofrecerles una prueba de VIH, porque no es su prioridad. Así que la creación del Centro transgénero se hace por la necesidad de la comunidad transgénero de acceder a los servicios de salud, y para que accedan se tienen que considerar cuáles son sus problemas en términos generales y cuáles son, además, los que más les preocupan”, explica González.
Hasta antes de que existiera este centro de atención, uno de los principales obstáculos a los que se enfrentaba la comunidad transgénero en la Ciudad de México era la apatía, la ignorancia y el rechazo agresivo por parte de la comunidad médica en general, que no necesariamente está capacitada para enfrentar los casos de pacientes transgénero. Esa es una de las principales causas de la peligrosa automedicación. Jara Espino habla de que 70 por ciento de las personas que llegan al Centro ya han ingerido algún tipo de hormonas, y Andrea González agrega que muchos presentan sobredosis.
“Si tú vas con cualquier endocrinólogo, es capaz de mandarte a un lado de La Villa para que ‘te curen la homosexualidad’, porque al lado de esa iglesia hay unas oficinas que se dedican a eso”, dicen Diana y Mario, la primera pareja cien por ciento transexual (Diana de hombre a mujer y Mario de mujer a hombre), quienes han podido contraer matrimonio de forma legal en la Ciudad de México. “Me parece increíble que en pleno 2010 a los doctores no se les capacite en temas de sexualidad humana. Conocen los órganos masculino, femenino y sus enfermedades, pero es un gran problema que no les explican (o tal vez no quieren entender) que la sexualidad humana se da en el cerebro”.
“La desinformación, la ignorancia, pero sobre todo la falta de ética y sensibilidad por parte de algunos médicos es brutal”, reflexiona Mario: “Cómo es posible que a nivel médico, que se supone son profesionales, tienen licenciatura, maestría, doctorados, les escuches frases como: ‘Se quiere hacer la jarocha’”.
En ese sentido, Andrea González hace énfasis en que “la población transgénero necesita de personal especializado que sepa de terapias de hormonales. Y eso es una especialidad, no se aprende con capacitación”. Y es que según los testimonios de Mario, Diana y Ariadna Ximena, en México son pocos los endocrinólogos especializados en sexología y más aún en terapias hormonales de reasignación de sexo. Diana primero se dirigió al Instituto Mexicano de Sexología y de ahí fue canalizada con un endocrinólogo que sabía del tema.
BENEFICIOS, COSTOS Y FUTURO
El Centro de Atención para Personas Transgénero de la Clínica Especializada Condesa fue inaugurado en diciembre de 2008 y opera oficialmente desde julio de 2009. Actualmente atiende en promedio a 300 personas. Los servicios que ofrecen son exclusivamente ambulatorios, esto quiere decir que no incluyen hospitalización ni cirugías.
En México, una cirugía de reasignación de sexo de hombre a mujer va de 120 mil a 250 mil pesos; la cirugía de reasignación de mujer a hombre, de 300 mil a 500 mil pesos, y en este caso, sólo en California, España y Tailandia hacen implantaciones de pene para cirugías de reasignación de sexo.
Las personas transgénero que se acercan al Centro se documentan con el nombre que ellos mismos han adoptado, este se respeta y se les otorga un carnet con el que tienen acceso de forma totalmente gratuita a servicios psicológicos (incluyendo consultas de contención para crisis o problemas graves), estudios de laboratorio analítico (en donde se verifican sangre, coagulación, glucosa, pruebas de función de hígado, entre otros, además de un perfil hormonal básico con el fin de poder detectar posibles contraindicaciones que afecten la salud del paciente), y lo más importante: acceso al tratamiento hormonal. Esto último es muy importante ya que los medicamentos usados en la reasignación hormonal de sexo suelen ser muy costosos. Por poner un ejemplo, una caja de antiandrógeno (que inhibe el crecimiento de vello) y cuya dosis se prescribe de 50 a 100 miligramos al día tiene un costo de mil 500 pesos. Las cajas suelen traer de 20 a 45 comprimidos. Esto sin tener en cuenta que un tratamiento suele consistir en un coctel de varias pastillas y que la consulta médica en México va de 200 hasta mil 500 pesos, con doctores particulares. Las personas transgénero cuentan en el Centro con acceso a prevención, pruebas, y tratamiento de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
SIN ESTADÍSTICAS
Andrea González es contundente al afirmar que no está estimada a nivel estatal ni nacional el tamaño de la población transgénero. Sin embargo, la APA declara que probablemente uno de cada 10 mil hombres biológicos puede presentar situación transgénero, y en el caso de las mujeres biológicas, una por cada 30 mil. A pesar de la falta de estadísticas mexicanas, este proyecto es uno de los más progresistas con los que cuente el país en cuanto a políticas públicas de salud dirigidas a la población transgénero.
“A este Centro le falta tener muchas otras cosas, no cumple todas las demandas de la población transgénero, pero para la situación de extrema pobreza y falta de acceso a servicios de salud en que se encuentra la gran mayoría, el hecho de tener una terapia hormonal con los medicamentos que están en el cuadro básico, bien dosificados, cambia totalmente su situación y su proceso de transformación. Es como un mínimo básico que se da con mucha calidad. Esa es la idea del Centro. Mas allá del servicio de salud pública, este proyecto deja claro que las personas transgénero son pacientes de primera, con los mismos derechos que cualquier ciudadano de la Ciudad de México”, comparte González.
Diez años de prevención
La Clínica Condesa se fundó en 1938, se especializó en ETS en 2000 y a partir de 2009 brinda atención a la comunidad transgénero. En junio de 2010 abrió el expediente de atención al paciente con VIH número 10 mil 505. La atención a la problemática sexual surgió ante la necesidad de ofrecer tratamiento especializado a pacientes con VIH y enfermedades de transmisión sexual sin seguridad social. Fue una iniciativa del gobierno de la Ciudad de México. Su primer director fue el doctor Jorge Saavedra, y bajo este modelo impulsó la idea de crear otros centros en el país. Su objetivo fue ofrecer un lugar donde los pacientes no fueran estigmatizados, discriminados o maltratados. En 2001 se convirtió en el primer Centro de todo el país en brindar acceso universal a los retrovirales.
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