Marijo y Maddi Imaz, madre y hermana de una transexual, ofrecerán una charla mañana en Lazkao
La transexualidad sigue siendo una especie de tabú en nuestra sociedad
y la vida de los transexuales y sus familiares no es nada sencilla.
Marijo Imaz y Maddi Imaz, madre y hermana de una transexual van a hablar
mañana acerca del tema en Gerriko Txokoa de Lazkao. La conferencia se
titula Pertsona naiz, ez transexuala (Soy una persona, no un transexual). El acto, organizado por la asociación Gerriko, comenzará a las 18.30.
La familia Imaz es de Beasain. Maddi cuenta que su hermana
nació hace 23 años. Tenía órganos sexuales masculinos, pero pronto
empezó a mostrar su feminidad. “La sexualidad es un sentimiento. Con 2
años ya se ponía zapatos de tacones, en Navidades quería que le
vistieran el traje de chica, en las paredes de su cuarto ponía los
posters que solemos poner las chicas... Ha sido siempre incluso más
femenina que yo. Mi madre al principio pensaba que era homosexual y le
hablaba de la homosexualidad. Con unos 8 años le dijo a la ama que ella
no era homosexual, que ella era mujer. Mi madre fue al pediatra y este
le habló de la transexualidad”.
Maddi agradece el tener unos padres abiertos de mente. “Hemos
tenido una gran suerte. Lo aceptaron enseguida. A los abuelos les costó
un poco más, pero también lo asimilaron con rapidez. Desde el principio,
agarraron al toro por los cuernos y tiraron para adelante”.
El problema está en la sociedad. “Algunos nos han hecho mucho
daño. En el recreo, mi hermana jugaba con las niñas y tuvo que sufrir lo
que les ha tocado sufrir a muchos homosexuales. Continuamente estaba
escuchando la palabra maricón. No dejaban de repetirme la frase Tu hermano es maricón. Mi hermana y yo hemos vivido un gran machaque psicológico. En la calle le pegaban, le escupían...”.
El comportamiento de algún profesor también dejó mucho que
desear. “Durante una época mi hermana fue un chico que vestía de chica.
Siempre ha sido alta y delgada y parecía un travestido. A pesar de que
los pediatras y los psicólogos siempre nos habían dicho que había que
aceptarlo, un profesor le prohibió entrar a clase vestida de chica”.
Daño psicológico Pero
lo peor de todo es la persistencia del daño psicológico. “Lo más duro es
salir a la calle y tener que soportar a diario las miradas de desprecio
y los cotilleos”.
Afortunadamente, también han tenido el apoyo de otra
mucha gente. “Mi madre es muy conocida en el pueblo y muchos vecinos se
han preocupado por nosotros y le han preguntado a ver qué tal se
encuentra mi hermana”.
Estos últimos años las cosas han cambiado, a mejor. Sobre
todo, porque los niños que le insultaban han madurado y han tomado
conciencia de que actuaron mal. “Muchos chicos han empezado a acercarse a
ella, pero no son capaces de pedirle perdón. Me parece un poco
hipócrita actuar como si no hubiera pasado nada. Algunos sí me han
reconocido que actuaron mal. El asunto es que mi hermana siempre ha sido
una una persona, más allá de su género. De ahí el título de la
conferencia”.
En casa, aunque aceptaron desde el principio a su hija y
hermana tal y como era, las cosas tampoco han sido fáciles. Los
problemas en la calle afectaban a la convivencia familiar. “La relación
entre nosotras siempre ha sido muy mala. Yo siempre le he aceptado tal y
como es, pero su vida ha sido muy difícil. Para empezar, no estaba a
gusto con su imagen. Además, en la calle tenía muchos problemas. Cuando
llegaba a casa se encontraba con una hermana que no los tenía. Ella
también era mujer, pero tenía un problema: había nacido en un cuerpo que
no quería”.
La relación entre las dos hermanas ha mejorado con el paso del
tiempo. “Hemos empezado a llevarnos mejor, pero no podrá vivir bien
hasta que acepte totalmente lo que le ha tocado. Es un proceso que dura
toda la vida. Empezó con la ayuda de los psicólogos. Después, cambió su
nombre en el DNI. Y nada más cumplir 18 años, se operó. La operación
tuvo lugar en Málaga y la sufragó Osakidetza”.
Desde entonces, su vida ha cambiado a mejor. Pero su hermana
tiene claro que todavía queda mucho camino. “Ha estado en Milán y en
Ibiza y allí se ha sentido libre, pero cuando viene al pueblo vuelve a
sentirse mal. Como ya he dicho, no podrá vivir bien hasta que acepte
totalmente la realidad. Tiene que aprender a vivir con lo que le ha
tocado. Puede tener relaciones de una noche con chicos sin ningún
problema, pero si se enamora de uno, tendrá que decirle lo que hay”.
Su familia considera que la mejor manera de ayudar a los
transgéneros es sacar el tema a la calle y han decidido dar una charla.
“Todo empezó de la mano de la Carta Social. Nos pidieron que acudiéramos
a una reunión sobre la diversidad sexual. Mi hermana no quería
participar, pero mi madre y yo lo veíamos necesario y acudimos. Ahora,
por primera vez, vamos a dar una conferencia y estamos hablando con los
medios de comunicación. Hay que concienciar a la gente y hacer que
reflexionen. Estamos hablando de derechos humanos. Todo el mundo tiene
derecho a mostrarse tal y como se siente”.
Su hermana, en cambio, bastante tiene con su proceso interior.
“Ella ha aceptado que demos una charla. Solo ha puesto una condición:
que no aparezca su nombre. No quiere hablar con nadie de este tema.
Quiere vivir como si el problema no existiera, pero la realidad es la
que es. Pero claro, a mí no me ha tocado vivir lo que le ha tocado a
ella. Si para mí ha sido duro, para ella mucho más. Eso sí, tengo claro
que si se le acerca alguien con su misma problemática, le abrirá sus
brazos”.
Recomendaciones Maddi y su madre también están dispuestas a ayudar a otras familias, por supuesto. “A las víctimas,
les aconsejo que defiendan su naturaleza y tiren para adelante. A las
familias, que acepten a su familiar tal y como es y le den libertad,
cuando no se acepta, los problemas son mucho mayores. Hay que tomarlo
con naturalidad. No es nada malo. Se trata, simplemente, de desarrollar
una forma de ser. nosotras tenemos un hermano pequeño y siempre lo ha
vivido con naturalidad. Acepta a su hermana tal y como es, nunca le ha
insultado. Y los amigos de mi hermano también tienen una relación
natural con ella. Han estado mucho en nuestra casa, mi madre habló con
sus padres y éstos explicaron a los niños lo que pasaba. Pero claro, no
podemos pedir a los niños que sean respetuosos si nosotros no lo somos”.
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