Posee una carrera que la muestra como una creadora inquieta dentro del circuito teatral alternativo. Es escenógrafa, vestuarista, docente en el Instituto Universitario de Artes y en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Pero, a Maiamar Abrodos, lo que más le interesa es la actuación. Por ese carril decidió que debe fortalecer su profesión y allí se plantó.
Por estos días, puede vérsela protagonizando El corso, una pieza de Manuel Cruz, en El Portón de Sánchez, con la dirección de Jesús Gómez, y participando de la película El inventor de juegos, que dirige Juan Pablo Buscarini, en la que recrea a la preceptora del protagonista.
Maiamar es una actriz trans que ha luchado mucho por afirmar su identidad. “No fue fácil al principio -cuenta quien se destacó como una de las protagonistas de la miniserie televisiva La viuda de Rafael (TV Pública)-. Por suerte, las cosas han cambiado mucho, después de la ley de matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. Para mí, ya pasó. No me interesa poner el acento en nada de eso porque sino me estaría desvalorizando como actriz. Mi identidad tiene que ver con quien soy en su totalidad. Nunca voy a dejar de ser una mujer transexual, pero además soy actriz y es lo que intento vivir todo el tiempo.”
El corso es una de las obras que Manuel Cruz escribió en la década del 80 y que este equipo de intérpretes -a Abrodos la acompañan Sabrina Gullino, Sara Valero Zelwer, Laura Palmucci, Roberto Grovanetti y Carlos Donigian- estrenó en 2012, haciendo pocas funciones. Su reposición era una deuda pendiente que ahora logran poner en marcha.
Catalogada como un grotesco contemporáneo, El corso muestra la cotidianeidad de una familia que, en busca de una vida mejor, se trasladó de la provincia a la capital. Viven en un departamento en Avenida de Mayo y, en los días de Carnaval, alquilan el balcón de su casa para que los vecinos puedan ver mejor el desfile de las comparsas.
Maiamar Abrodos define a su personaje, Esmérita, como “una mujer que calla muchas cosas y que trata de sostener, tanto económica como emocionalmente, a su familia, buscando encontrar un equilibrio. Tiene muchas decepciones porque sin dudas ha tenido muchas ilusiones. Pero es una gran luchadora”.
A la hora de su composición, la intérprete explica que le resulta difícil explicar el proceso de creación. “Nunca sé cómo encaro un personaje -explica-. Sé que empieza a aparecer y empieza a fluir. Soy una mujer que ha estudiado muchos años, herramientas tengo un montón, pero siempre hay algo que es como místico. El personaje se revela ante vos y empieza a tomar cuerpo desde tu propio cuerpo. No comienzo haciendo una construcción ideológica ni evaluativa. Dejo que empiece a ser y me dejo llevar.”
Interesada en un teatro que llegue al gran público,
la actriz prefiere abordar este tipo de dramaturgias antes que
introducirse en procesos más “elitistas”. Así define ella a ese teatro
“más cerrado, a veces dirigido sobre todo a los teatristas”. “Me gusta que las cosas estén hechas para la gente y que la gente las disfrute
-aclara-. No es que el otro tipo de teatro no me gusta. Como docente en
el IUNA y en la EMAD trabajo con eso todo el tiempo y veo procesos muy
acabados, pero a estas alturas de mi vida prefiero hacer cosas más
populares.”
Mientras espera el estreno de otra película en la que participó, Iraqui tango, de Andrés Paternostro, Maiamar Abrodos ensaya Las guardianas, de Hernán Costa, con la dirección de Pablo D’Elía,
“un hijo de la vida”, así lo llama. Su objetivo, el que más la
moviliza, es la actuación. “Soy actriz, quisiera vivir plenamente de
eso.”
(Tomado de página SentidoG: http://www.sentidog.com/lat/2014/07/maiamar-abrodos-una-actriz-transexual-que-crece-en-la-escena-portena.html)
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