CARLA ANTONELLI
En diciembre de 2012, grandes titulares decían que la transexualidad había sido descatalogada como enfermedad mental. Pero la realidad es que, en octubre del 2014, la transexualidad sigue considerándose un trastorno mental en las clasificaciones del DSM-V y el CIE-10.
La anunciada revisión del Manual de Desordenes Mentales en el DMS-V solo la ha cambiado de nombre, de "trastornos de identidad sexual y de género" a un nuevo capítulo llamado "Disforia de Género" -el disgusto o desazón de ser- en el mismo DSM-V del "Manual de Desordenes Mentales". Es por lo que año tras años venimos celebrando, en el mes de Octubre, el Día Internacional de la Acción por la Despatologización de la Transexualidad como Enfermedad Mental.
Exactamente este mismo periplo lo vivieron las personas
homosexuales en los años 70. Primero, la homosexualidad despareció de
las manuales como un trastorno del comportamiento sexual, para luego pasar al disgusto de sentirse homosexual, hecho a todas luces inadmisible que, posteriormente, también se retiró dicha mención.
Estas catalogaciones solo provocan y aumentan el rechazo y el
estigma social, con todo lo que ello conlleva, recordemos que la
transexualidad al igual que la homosexualidad esta perseguida en más de
70 países, con penas de cárcel o la propia muerte. Pero además en países
donde no se les persigue oficialmente la exclusión social es notoria
tanto en el acceso laboral como en el sanitario, así como el bullyng
en el sistema educativo. Mereciendo un capítulo aparte el aumento de
crímenes de odio o violencia transfóbica, donde un informe de la Agencia
Europea de Derechos Fundamentales afirma que el 48% de más de 96.000
encuestados ha sufrido alguna vez discriminación o violencia por
pertenecer a la comunidad LGTBI, y que solo el 18% de ellos lo han
denunciado.
Los principios de despatologización y erradicación de la
estigmatización social que sufre el colectivo de personas transexuales
han sido denunciados en los Principios de Yakarta promovidos por la ONU
el 26 de marzo del 2007, o por la resolución de julio del 2011 del
Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, también del Informe del
Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa en el 2009 o el
propio informe del Parlamento Europeo del año 1989. Todos ellos
denuncian la grave situación social y legal que sufren las personas
transexuales en el mundo y las continuas violaciones de sus derechos.
Hay que destacar la realidad de las niñas y niños transexuales,
cuya situación es sangrante al encontrarse en un verdadero limbo legal,
donde solo algunas de la comunidades autónomas cubren sus prestaciones,
siendo la Comunidad de Madrid la más reacia a incluirlo, en su derecho a
recibir inhibidores hormonales llegados al estadio Tanner-3 de la
pubertad.
Luego llega la pregunta socorrida de que si ya no somos tratados
como enfermos mentales cómo es posible de que nos atienda la Sanidad
Pública, y ante esto se te queda la cara a cuadritos, ya que a pesar de
lo obvio a nadie se le ocurre plantearse de que el embarazo sea una
enfermedad y que por eso deje de ser atendido, al igual que otras
situaciones específicas de la salud como la menopausia; así que por lo
tanto el acompañamiento en el proceso de las personas transexuales debe
de estar garantizado por la Sanidad Pública desde la propia
autodeterminación del paciente y sus necesidades específicas sin ningún
tipo de cargas patologizantes.
Es por lo que se hace insostenible, además de terriblemente
injusto, que aún hoy en día permanezcamos en los manuales de psiquiatría
propios de otros tiempos de persecución y quemas de brujas, haciendo al
colectivo mucho más vulnerable si cabe. Por lo que desde aquí hago un
llamamiento a la concienciación de todas y todos aquellos que creen en
la igualdad y en una sociedad más justa y libre de prejuicios, para
pedirle a la OMS que deje de considerar la transexualidad como una
enfermedad mental.
Las personas transexuales tenemos derecho a vivir y sentirnos como
somos, sin discriminaciones, estigmas o patologizaciones, que solo
provocan sufrimiento y dolor.
Carla Antonelli, activista transexual, es diputada del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid.
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