Es argentina, pero sus dotes musicales la han llevado a Egipto, España, Italia, entre otros.
Por:
LUCÍA JIMÉNEZ RIVEROS |
Carga siempre con su
bafle, una maleta donde guarda el micrófono, el maquillaje, y en sus
espaldas lleva su guitarra. La argentina Amelie Wienhofer recorre por lo
general las calles de La Candelaria en tacones hasta llegar a su lugar
predilecto: un café a las afueras del centro Gabriel García Márquez,
para darle un concierto de cultura, en todo el sentido de la palabra, a
los transeúntes desprevenidos.
Nadie se alcanza a imaginar el bagaje cultural
de Wienhofer. Algunos tal vez lo noten por encima, pues además de su
talento musical y artístico, toca piano y sabe tres idiomas. Lo que
pocos saben es que es una chica transexual o ‘trans’, como dice ella.
“Nací en Buenos Aires en 1963, eso como varón
porque como mujer mi verdadera vida la empecé en el año 73. Tenía 10
años y me di cuenta que no me gustaba ponerme la ropa de varón y sufría.
Entonces le dije a mi madre pero a ella le pareció que eso era un
problema para un sicólogo, bueno en realidad pensó que era un problema
para hablar con un pastor de la iglesia, lo cual fue peor”, reveló.
Su talento consigue que más de uno desvíe el
rumbo para quedar absortos ante su habilidad a la hora de interpretar
las obras de Piazzolla, Chopin, Beethoven, Bach, Édith Piaf, entre
otros.
“Desde pequeña estudié música. Mi madre una de
las cosas buenas que hizo fue enviarme a un conservatorio –cuenta–, me
recibí de profesor de guitarra a los 12 años, y a los 25 empecé a
estudiar el piano”.
Su voz, también impresiona cuando canta, pues
ha logrado feminizarla y entonar con el efecto acústico de una voz de
mujer. “Esto teniendo en cuenta que mi dotación digamos es masculina.
Pero técnicamente soy barítono, puedo abarcar la octava baja con toda
tranquilidad, sin ningún problema”, cuenta.
España, Londres, Italia, El Cairo, Alemania,
el metro de París, Río de Janeiro, Málaga, Verona y Colombia, entre
otros países y ciudades, han sido testigos del talento de Wienhofer.
“Decidí empezar a viajar porque no soportaba
la realidad política y económica de Argentina. Veía cómo ese castillo de
naipes que habían construido los políticos se iba a venir abajo e iban a
verse aplastadas millones de personas. Pero con el tiempo el proceso
que vi en Argentina lo vi calcado en otros países”, recuerda.
Por periodos, Wienhofer y su música se han
arraigado al suelo de uno que otro país, enfrentando, incluso, lo que la
vida ‘trans’ trae consigo. En el Cairo, por ejemplo, tuvo que
disfrazarse de hombre para poder trabajar. Allá llegó a través de un
crucero en el que daba conciertos de piano, manejando así una doble
vida.
El destino, como prefiere explicar, es el que
la ha traído a Colombia, a donde llegó en octubre del año pasado. Y a
pesar de que lleva poco tiempo en la capital ha hecho varias
presentaciones en festivales locales de la alcaldía de Santa Fe, Rafael
Uribe Uribe, en Teusaquillo en el Centro LGTBI y la Fundación Gilberto
Alzate Avendaño, entre otros.
Amelie Wienhofer asegura que ser artista en
este país no es fácil, tanto para una mujer cualquiera como para una
mujer transexual, es muy complicado. “Si para una mujer que nace siendo
mujer es difícil imagínate para una chica como yo que tiene una
apariencia de mujer y le quedan vestigios masculinos. La gente quiere
pensar lo peor de nosotras hagas lo que hagas. No importa que estés
tocando en la 7.ª el concierto de Aranjuez con la digitación correcta,
lo que les importa es que estoy vestida de mujer", concluyó.
LUCÍA JIMÉNEZ RIVEROS
Redacción EL TIEMPO ZONA
Redacción EL TIEMPO ZONA
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