Un motín en la barra neoyorquina Stonewall Inn desató en 1969 el inicio del movimiento en pro de los derechos de las y los transexuales, lesbianas, gays y bisexualers.
Nuevo Dia/Actualización del Diario Digital Transexual-. Desde hacía varios días, la policía venía acosando a los parroquianos de una barra para personas transgenero y/o transexuales, lesbianas y gays, de la neoyorquina calle Cristopher, de Greenwich Village, llamada Stonewall Inn.
El acoso, dirigido por el inspector Seymour Pine, consistía en la visita de agentes de la policía, en busca de evidencia para probar que allí se vendía alcohol ilegalmente.
Debajo de esta superficie inocua, sin embargo, existía otra realidad vinculada a la corrupción policiaca. Hasta tenía su propio nombre: 'Gayola'. La misma consistía en cobrarle por debajo de la mesa a los dueños de estos establecimientos, los cuales, de esta manera, detenían estas constantes intervenciones policiales.
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Según se dice, los locales que se negaban a hacerle sus pagos por debajo de la mesa a la policía se exponían a que, en cualquier momento, los agentes irrumpieran en sus predios y arrestaran a todo el que estuviera adentro, por lo regular sometiéndolo a unas inspecciones bastante humillantes.
Días después de que Pine y sus agentes allanaran el Stonewall Inn, provocando que varios de los clientes empezaran a quejarse de los 'abusos policiacos', la fuerza policial volvió a entrar en acción a la 1:20 de la mañana del 28 de junio de 1969.
Para algunos observadores, tal vez los representantes de la ley y el orden no pudieron haber escogido un momento peor: lo que más tarde se conocería como la comunidad gay ya estaba entonces bastante deprimida esa noche, puesto que durante el día había sido enterrada en Nueva York una de sus figuras más admiradas, la inmortal Judy Garland, muerta día antes en París.
Pero los agentes inundaron el local, cerraron las puertas y, según se dice, tuvieron a todo el mundo bajo control mientras decidían cuál sería el próximo paso.
Al final, los agentes anunciaron que dejarían ir a todo aquel que tuviera identificación. Los que no hubieron de tenerla, así como todas las travestís, transexuales y/o transgéneros fueron arrestados, emntre ellas la precursora portorriqueña Silvia Ryvera.
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Mientras eso sucedía, la calle, a la entrada de la barra, comenzó a llenarse de personas que se habían enterado de lo que estaba ocurriendo. En determinado momento se cree que la multitud, alimentada por aquellos parroquianos que habían ido dejando salir del local, ascendió a 400 personas.
Entonces surgió el detonante: cuando una de las tres travestis que la policía subía a una de sus guaguas se bajó de pronto, un policía la golpeó y volvió a meterla por la fuerza.
Los gritos de 'brutalidad policíaca' proferidos por la gente, mezclados con insultos y el lanzamiento de objetos -incluyendo monedas- no se hizo esperar. Cuando los objetos lanzados comenzaron a tomar la forma de piedras y botellas, Pine y sus agentes buscaron refugio dentro del local.
Entretanto, la cosa empezó a ponerse todavía más caliente: la multitud comenzó a romper las ventanas del local para tener acceso a éste, arrancó los parquímetros para usarlos de proyectiles y hasta planificaba rociar la estructura con líquido para encendedores para quemar la barra, con la policía dentro.
Por suerte llegaron refuerzos policiales cuando ya Pine coqueteaba con la triste idea de ordenar que sus agentes abrieran fuego contra la multitud amotinada, lo que probablemente hubiese desembocado en una masacre.
Pero incluso la Unidad de Operaciones Tácticas (especie de fuerza de choque) tuvo que enfrentar la ira y la lluvia de objetos de los amotinados, no pudiendo controlar la escena hasta bastante avanzada la madrugada.
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Al final se produjeron 13 arrestos y tres policías heridos.
No podía faltar, por supuesto, que hubiera algún puertorriqueño involucrado en el asunto. En este caso una de los que estaba allí era una transexual de ascendencia venezolana y puertorriqueña llamada Sylvia Rivera, de 18 años de edad, quien pronunciaría una frase célebre: “No me quiero perder ni un instante de esto. ¡Es la revolución!”
LUCHA EN GRUPO
Pues sí parece que lo fue: aunque ya antes habían habido protestas, para la causa de los derechos de los gays se considera que los motines de Stonewall representan la primera ocasión que “personas con una misma orientación sexual y deseos de un trato justo, dejaron de permanecer aislados y se unieron para luchar contra el sistema”, como lee un artículo publicado después.
“Los motines de Stonewall marcan el inicio del movimiento de liberación gay que ha transformado la opresión de gays y lesbianas en llamados de orgullo y acción”, agrega el artículo que aparece en los archivos de la página de la Universidad de Columbia.
Lo cierto es que a las pocas semanas comenzaron a surgir distintas organizaciones representativas de los gays, muchas de ellas conteniendo la palabra Stonewall en su nombre.
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Y el 28 de junio de 1970, para conmemorar el primer aniversario del alzamiento, se celebró -iniciándose en la calle Christopher- la primera marcha de orgullo gay, la cual recorrió 15 calles de la ciudad de Nueva York y contó con el respaldo de marchas simultáneas en Los Ángeles y Chicago.
En 1971, el movimiento se expandió aún más, incluyendo a Boston, Dallas, Milwakee, Londres, París, Berlín Occidental y Estocolmo.
Así, aunque tardíamente, las marchas por los derechos de los homosexuales por fin se habían unido al río incontenible de protestas de los años sesenta, incluyendo los derechos civiles, el llamado Black Power, la liberación femenina y las manifestaciones estudiantiles contra el servicio militar obligatorio y la Guerra de Vietnam.
Como suele ocurrir en este tipo de cosas, años después, aquellos que fueron víctimas circunstanciales de los hechos -los parroquianos de Stonewall Inn- han pasado a convertirse en leyendas vivientes. Cada año, cuando, como hoy, se celebra en Nueva York lo que ahora se conoce como la Parada de Orgullo Gay (Gay Pride March), ésta transcurre por la Quinta Avenida, bajando hacia Greenwich Village y eventualmente cruzando frente al Stonewall Inn, convertido con el paso del tiempo en monumento.
Y entre los que suelen desfilar se encuentran los miembros de la Asociación de Veteranos de Stonewall, compuesta, como lo sugiere el nombre, por algunas de las víctimas del célebre allanamiento de 1969, incluyendo a la periodista puertorriqueña que cubre el Capitolio, Cristina Hayworth -la del famoso micrófono que lee 'Capito-Lío'.
“Fui una de las pocas que estuve dentro cuando ocurrió todo”, dijo recientemente, “pero los que aún vivimos nos pusimos de acuerdo para que ninguno se ponga a hablar por su cuenta: estamos en proceso de hacer un libro, donde contaremos todo lo que ocurrió allí”.
En 1999, parte del grupo fue recibido en su mansión ejecutiva por el entonces alcalde Rudy Giuliani al cumplirse el trigésimo aniversario del incidente.
Y Sylvia Rivera, quien murió en 2002 a la edad de 50 años después de una vida dedicada al activismo -llegó incluso a tener serias diferencias públicas con los líderes gays cuando pensó que estos estaban marginando a las travestis en su esfuerzo por insuflarle un tono más aceptablemente conservador al movimiento- incluso ha recibido un reconocimiento póstumo: hoy en día, la calle Sylvia Rivera Way hace esquina con la calle Christopher en Greenwich Village... a pocas cuadras del Stonewall Inn.
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