Aunque la transexualidad y la homosexualidad no son ilegales en Indonesia, los musulmanes gays, lesbianas y transexuales son mal recibidos en las mezquitas y las escuelas islámicas. Una peluquera transexual ha respondido al maltrato mediante la creación de un refugio seguro para las mujeres transexuales creyentes, en su propio salón de belleza.
Traducción de Rava del artículo de Deutsche Welle World para el Diario Digital Transexual. En una tranquila calle de la antigua ciudad javanesa de Yogyakarta, un salón de peluquería se transforma en un lugar de culto cuando llega la hora de la oración de la tarde.
Los espejos se esconden detrás de las cortinas bordadas, las alfombras de oración se extienden sobre la alfombra principal y las copias del Corán toman el lugar de las revistas de moda.
Mariyani, la mujer transexual y peluquera que dirige el salón, trae cajas con comida en preparación de una noche de oración y acción de gracias.
"Esta noche estamos rezando junto con 90 huérfanos y las mujeres pobres de una aldea cercana. Hoy es mi cumpleaños número 50, y quiero dar las gracias a Dios por darme este momento en la tierra", dijo Mariyani a la revista Deutsche Welle. "Voy a ser llamada por Dios en un futuro no muy lejano, así que tengo que hacer lo correcto."
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En su Interior siempre fue una Mujer
Mariyani fue abandonada al nacer y más tarde fue adoptada por una familia católica pobre en Yogyakarta. A pesar de que creció como un niño que prefería jugar con juguetes de niña, dice que siempre supo que tenía el corazón y el espíritu de una mujer. Teniendo 13 años, escapó de su casa y se mudó a la capital, Yakarta.
"Me fui directamente a una iglesia y conseguí un trabajo de limpieza en un convento de monjas", dijo. "Fue allí donde comenzaron a llamarme "señorita", y mi corazón se llenó de alegría."
Con con un largo vestido simple, un pañuelo en la cabeza y nada de maquillaje, Mariyani se ve como un ama de casa típica de Indonesia. Pero las fotos que abarcan todo el de todo el salón la muestran con vestidos ceñidos y abundante maquillaje.
Mariyani comenzó a vestirse como la mujer que sabía que era a la edad de 20 años, pero después de que su novio se casó con otra mujer y ella quedara con el corazón roto, se adentró al para ella oscuro mundo del trabajo nocturno, donde conoció a otras mujeres transexuales.
"Vendí mi cuerpo en las calles para poder sobrevivir. Viajé por toda Indonesia trabajando en los centros donde se sabía que habían mujeres transexuales. Lo hice para poder sobrevivir. Me llegué a vender por menos de 10 centavos, así era entonces."
"El Camino de Dios"
Ahora, como entonces, las personas transexuales, o warias como se les conoce en Indonesia, tienen oportunidades muy limitadas de empleo. Las que han llegado al salón de Mariyani a rezar trabajan ya sea como trabajadoras sexuales o en salones como peluqueras igual que ella.
"Ser transexual no es una opción", dice Mariyani, "y si lo fuera, yo no habría optado por serlo," agrega. "Pero eso es lo que Dios decidió para mí, así que lo acepto y le doy gracias a Dios por ello."
Cuando era joven, tenía poco interés en vivir una vida correcta, pero a medida que fue creciendo, se dio cuenta de que estaba en el camino equivocado. Con el tiempo, logró ahorrar suficiente dinero para abrir su propio salón y regresó, como ella dice, "al camino de Dios."
Para ese entonces, Mariyani ya se había convertido al Islam, lo que significaba que por ser una mujer transexual, corría el riesgo de ser llamada pecadora y considerada como sucia por los líderes musulmanes, incluido el Consejo de Ulemnas, el máximo órgano administrativo de la fe musulmana en Indonesia. Pero Mariyani dice que esa perspectiva no la hizo reconsiderar su compromiso con el Islam.
"A pesar de que algunos Ulemnas aseguran que nuestras nuestras oraciones no serán contestadas, que no somos aceptadas por Dios, creo que tenemos todo el derecho como cualquier otro ser humano a orar", dice. "No estamos orando para ser "curadas"o para que nos conviertan en hombres siendo que somos mujeres. ¡No! Orar es nuestra forma de relacionarnos con Dios, es un asunto entre Dios y nosotras, no tiene que ver con otros seres humanos."
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Efecto de Sanación
Es esta creencia en su propio valor la que llevó a Mariyani a establecer una escuela islámica en la parte posterior de
su salón. Una tarde a la semana durante los últimos dos años, los homosexuales y las mujeres transexuales musulmanas han venido aquí a practicar su fe en paz. La escuela es única en Indonesia y ahora atrae a los parias del Islam de todo el país.
Wulan es una mujer transexual de 45 años de edad que trabaja con un grupo de ayudacontra el VIH/ SIDA y a veces gana algún dinero con el trabajo sexual. Wulan es una de las creyentes que asiste a la escuela de Mariyani para aprender el Corán.
"Antes de venir aquí me desaparecí por un tiempo porque no me sentía lo suficientemente limpia para asistir al culto," dice Wulan, añadiendo que trabajar en el comercio sexual la hizo sentirse sucia. "Pero después de que comencé a asistir a la escuela de oración hubo un cambio en mí, ahora siento que soy digna de orar y me da una sensación de paz y bienestar," concluye.
Percepciones Equivocadas
Aunque en Indonesia han predominado en buena medida las prácticas de una forma moderada del Islam, en los últimos años ha crecido la tendencia hacia una interpretación más de línea dura del mismo. El Consejo de Ulemnas ha declarado que la homosexualidad es el mal y los homosexuales y las mujeres transexuales se han convertido en objetivos para los grupos de vigilantes.
Pero Yanti Syaganti, jefe de la Organización Transexual y Transgénero de Indonesia (Indonesia's Transgender Organization), dice que todo es un problema de percepción, y que el Consejo de Ulemnas se equivoca respecto a los hechos.
"Durante el tiempo del profeta Mahoma había personas transexuales", dice. "El Consejo de Ulemnas se compone de seres humanos como cualquiera pero siempre hacen afirmaciones en nombre de la religión. Eso está mal y es imponer su propio, limitado y fanático punto de vista."
El salón, por el contrario, es un lugar para la diversidad y la tolerancia. Una de las fieles es Novi. Ella tiene las uñas largas y cubiertas de laca y el cabello negro y largo, pero esta noche está orando vestida como un hombre que llevaba un traje tradicional verde y camisa blanca. Dice que se siente más cómoda orando vestida como hombre, pero que durante el día, y en su corazón, ella es una mujer.
Novi espera que la escuela islámica ayudará poco a poco a demostrarle al público en general que las mujeres transexuales no son malas, sino que son personas con habilidades que pueden contribuir a la sociedad.
"Podemos bailar y hacer el maquillaje, pero también podemos enseñar el Corán", dice Novi. "Dios ve lo que está dentro de nosotros y escucha nuestras oraciones, no importa lo que ocurra en el exterior."
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