Desde hace 15 años, el 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Memoria Transgénero en ciudades alrededor del mundo. Esto se debe a los esfuerzos de GwendolynAnn Smith, una activista trans, para denunciar el asesinato, a causa de transfobia de su amiga,
Rita Hestor, otra mujer trans.
Desde entonces, cada 20 de noviembre, personas trans, activistas, familiares y amigos de estas víctimas de crímenes de odio, se reúnen en espacios públicos para realizar homenajes solemnes: encienden velas en memoria de las personas asesinadas durante el año y leen sus nombres en voz alta. Esta fecha sirve para hacer visible una lamentable realidad: el odio, la discriminación, y el miedo hacia las personas trans: un problema muy presente en nuestra sociedad. Si el Día de la Memoria Transgénero fuera conmemorado en Colombia, la lista de nombres de personas trans asesinadas por transfobia sería muy larga.
Desde entonces, cada 20 de noviembre, personas trans, activistas, familiares y amigos de estas víctimas de crímenes de odio, se reúnen en espacios públicos para realizar homenajes solemnes: encienden velas en memoria de las personas asesinadas durante el año y leen sus nombres en voz alta. Esta fecha sirve para hacer visible una lamentable realidad: el odio, la discriminación, y el miedo hacia las personas trans: un problema muy presente en nuestra sociedad. Si el Día de la Memoria Transgénero fuera conmemorado en Colombia, la lista de nombres de personas trans asesinadas por transfobia sería muy larga.
En el 2013, Colombia Diversa publicó un informe,
el cual afirma que entre los años 2010 y 2011, por lo menos 33 personas
trans fueron asesinadas. Además, un estudio del 2010, adelantado por la
Administración Distrital sobre la situación de los derechos de la
población LGBTI de Bogotá, reveló que el 64% de las personas trans
habían sufrido agresiones por su identidad de género. Otro estudio
realizado por la Universidad Pedagógica Nacional y la Corporación
Promover Ciudadanía indicó que el 95.8% de las personas trans habían
sufrido algún tipo de discriminación en un lugar público. Todos los
estudios concuerdan en que de todas las personas LGBTI, las personas
trans siguen siendo las más marginalizadas y discriminadas.
El
trato de las personas trans por entidades públicas no está mucho mejor.
De acuerdo con Colombia Diversa, en el año 2011 se reportaron 63 casos
de agresiones de la policía contra personas trans. En 2009, un estudio
de la Secretaria Distrital de Planeación de Bogotá indicó que el 33% de
las personas trans sufrieron discriminación en los servicios de salud,
mientras otro estudio de la Administración Distrital del 2010 reveló que
el 92% fueron discriminadas en el ambiente laboral. Organizaciones como
Transcity, Entre Tránsitos,
y Transfamilia han asumido la labor difícil de cambiar estos
prejuicios, pero seguimos siendo lejos de una sociedad inclusiva.
A
pesar de este panorama sombrío, los colombianos trans han encontrado un
aliado en la Corte Constitucional, que ha emitido varios fallos que
buscan proteger los derechos humanos de las trans. Por ejemplo, la Corte
considera la identidad de género como un “criterio sospechoso” de
diferenciación, lo cual implica que cualquier distinción con base en
identidad de género se somete a una revisión constitucional estricta.
Desde el 1994 la Corte ha prohibido la discriminación contra las
personas trans en escuelas públicas y privadas, y desde el 2007 prohíbe
la discriminación contra las personas trans en el campo laboral. En
resumen, la Corte toma en serio su deber de proteger los derechos a la
igualdad y al libre desarrollo de la personalidad de las personas
trans.
Desafortunadamente, otras entidades
estatales y la sociedad en su conjunto no han sido tan progresistas,
aunque entidades como la Policía Nacional y gobiernos distritales han
adoptado directrices y planes para mejorar el trato a las personas
trans. Ni los fallos más protectores ni las normas y políticas más
garantistas pueden proteger los derechos de los individuos trans si los
funcionarios estatales que deben cumplir estas políticas adopten
posturas de discriminación contra ellos, que es efectivamente lo que
pasa en Colombia actualmente, dando lugar a las cifras inaceptables que
mencioné arriba.
Los esfuerzos de la Corte
Constitucional es un importante paso adelante, pero dado que las piedras
angulares del derecho colombiano son la igualdad y la pluralidad, el
problema de transfobia parece no de la ley, sino de la sociedad. Tenemos
que pensar por qué nos incomoda tanto las expresiones de género
diversas, desmontando nuestros prejuicios infundados. Solo así podemos
cambiar los sentimientos de repudio y incomodidad por comprensión y
respeto por la dignidad de nuestros conciudadanos trans, para que en el
2014 la lista de vidas apagadas por la transfobia quede en cero.
*Investigadora en DeJusticia.
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