domingo, 12 de mayo de 2013

Amor de madre sin ninguna condición




Como una fiera, Rosa Reyes Contreras ha defendido a su hija de las críticas que le hacen en la calle. Ha sacado las uñas, ha mentado madres y hasta se ha aventado a los golpes para defender las preferencias sexuales de su hija.

“Para mí ella es lo máximo, desde chiquito ya traía eso, yo veía que le gustaban las macetitas y desde entonces lo acepté como es”.

Recuerda que Karla tendría alrededor de 14 años cuando le confesó que quería ser una mujer en plenitud y decidió apoyarla: “Si así es tu decisión, adelante”.

“Para mí es una cosa maravillosa, hermosa. Si hay muchas mamás que no los aceptan, pues pobres, porque no debe ser así, debemos querer a nuestros hijos como son”.

Rosa Reyes está divorciada del padre de Karla. El proceso con él fue distinto porque al principio no estaba de acuerdo con su decisión de convertirse en mujer.

Karla se fue por un largo tiempo de la ciudad para vivir con una pareja que tuvo en Reynosa, a su regreso las cosas cambiaron y su padre empezó a aceptar sus preferencias.

“Él a veces todavía me siente como un hombre, pero yo le digo ‘Soy Karlita’ y me dice ‘Ándale pues, Karlita’ y ya se está acostumbrando porque llegan mis sobrinos y le preguntan por su tía”, comenta Karla.

LA DISCRIMINACIÓN

Karla es estilista y tiene su negocio propio, sin embargo está buscando trabajo en una fábrica porque necesita prestaciones como Infonavit e IMSS para afiliar a su mamá y que pueda lograr su pensión.

Sin embargo, cuando llega a las empresas los reclutadores ven su solicitud con el nombre de David, pero vestida de mujer, le reciben sus documentos con la clásica frase “nosotros le hablamos”.

Experiencias similares ha tenido en dos fábricas en las que ha trabajado, en una de ellas sus compañeras se quejaron porque entraba al baño de mujeres y la despidieron.

“Necesito un trabajo estable para que ella se salga de trabajar porque yo la voy a afiliar porque es diabética y necesita insulina”, dice Karla.

Al respecto, doña Rosa piensa que la sociedad debe aceptar a la comunidad gay porque las preferencias sexuales no están relacionadas con la edad o la condición económica y en cualquier familia puede haber alguien con preferencias distintas.

“Para mí es una tontería, no debe haber discriminación, así como a cualquier mujer le dan trabajo a ella también deberían dárselo”, señala.

Karla también está buscando ser la primera en poder cambiar su credencial de elector y su acta de nacimiento con su verdadero nombre: Karla Jazmín Ruvalcaba Reyes y dejar de ser David.

A Karla le gusta ser hogareña, tener su casa limpia y ante todo hacer de comer para su mamá cuando llega de trabajar.

“Siempre se ha preocupado por mí, gracias a Dios. Me enfermo y es la primera que anda en el Seguro conmigo, es la más cercana a mí porque mis hermanos ya están casados.

“Ella quiere dedicarse a nosotros y yo se lo agradezco mucho, le pido mucho a Dios que donde quiera que ande me la cuide porque me la pueden cargar y confundir con mujer”.

Aunque le gustan mucho los niños, Karla está consciente de que nunca tendrá hijos y que probablemente nunca se case, asegura que su misión será estar a cargo de su mamá.

“Nunca me voy a casar, nunca voy a tener hijos, así que yo soy la que los voy a cuidar”, afirma Karla.

“Yo le pido a las mamás que tengan hijas así, que las quieran mucho, les den su apoyo y las respeten como son”.

“A mí me ha costado muchas lágrimas porque a veces me la agredían o me le gritaban cosas en la calle, pero yo siempre he sido muy ‘chucha’, nunca me he dejado de nadie, no me sé dejar de nadie.

“Me la agredían y yo era la primera que salía a defenderla, porque como decían que era hombre no se podía poner con el otro, pero yo sí”, afirma.

LA MARCHA GAY

Este año Karla es coordinadora de la Marcha por el Orgullo Gay, que se realizará el próximo 22 de junio y que destacará a la mujer transgénero.

“Yo le pido a Dios que logre todos sus propósitos, es una persona que siempre le echa ganas a todo y así como es ella creo que sí lo va a lograr, yo tengo mucha fe”, dice doña Rosa sobre la lucha de su hija por lograr sus derechos y el respeto de la sociedad.

Karla comenta que en una sola ocasión su madre tuvo que sacarla de la cárcel, pues en el pasado era más común que los policías apenas vieran una mujer transgénero y de inmediato la detuvieran sin motivo aparente.

En esa ocasión no se hicieron esperar las críticas de las vecinas y la reacción de doña Rosa fue precisa y contundente:

“Yo prefiero tener un hijo gay que me ayude a trapear, a hacer de comer y tenerlo en mi casa, que andarlo sacando del ‘bote’ como sus hijos drogadictos, que andan peleándose en la calle y diciendo maldicionsotas”.

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