Fuentes: Diario Panorama; Nuevo Diario
(Santiago) La madrugada del pasado lunes una persona atacó y prendió
fuego la vivienda de una mujer transexual, en esta ciudad. La
damnificada hizo público el hecho y varios organismos expresaron su
repudio. Se trata de un nuevo caso que recuerda la transfobia y la
violencia que padece este importante colectivo de nuestra comunidad
LGBTI, y reabre un postergado debate por la reparación de sus derechos.
Desde el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI),
defendieron el accionar de la joven que radicó la denuncia
correspondiente. “Las personas trans sufren una violencia diaria y de
manera sistemática”, declaró Luisa Paz, integrante de
la delegación local INADI. Asimismo, destacó que ahora, las víctimas se
animan a denunciar, lo que no sucedía antes.
“Ahora el Estado (nacional y provincial) está presente para ayudar a
las víctimas de violencia. Por el momento, no existe una estadística
fehaciente en donde conste la cantidad de denuncias por violencia que
sufren las transexuales”, afirmó Paz y adelantó: “Vamos a comenzar a
trabajar con el equipo y seguramente veremos las formas de recabar datos
en las dependencias policiales”.
Testimonios de un tormento cotidiano
Existen muchos casos de violencia. Las transexuales la sufren en sus
vidas privadas, y otras veces en su lugar de trabajo. El portal de
noticias Nuevo Diario, de Santiago del Estero, recogió
los testimonios de dos mujeres trans, acerca de la transfobia que
vivieron en un entorno violento.
Cris Pons (28), que pertenece a ATTTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina) y a Divas (Diversidad Valiente Santiagueña),
ejerció la prostitución durante tres años, a los que calificó como
“épocas muy violentas”. Según manifestó, sufrió tres asaltos, golpes de
algunos clientes, maltrato, persecución de la Policía y discriminación.
Cris recordó que su vida estuvo siempre marcada por hostigamientos de
todo tipo. “Los hechos de violencia siempre estuvieron. Recuerdo que
uno de los casos más feos que viví fue cuando estaba trabajando. Se
acercó un cliente, me levantó y fuimos a un lugar oscuro. Allí, me
amenazó con un arma de fuego y me sacó todo lo que tenía (en referencia a
dinero y objetos personales). Luego sufrí constantes agresiones
verbales”.
Como si esto fuera poco, Cris contó que desde las fuerzas policiales
también sufrió acoso sexual para poder ejercer la prostitución:
“Recuerdo que una vez estábamos trabajando en una esquina y llegó un
patrullero. Desde el móvil, un policía nos dijo que nos dejaba trabajar
tranquilas y nos daría protección, si a cambio nosotras teníamos sexo
con ellos”.
Otro testimonio es el de Camila Bossa (28), mujer
trans, que hoy es profesora en Educación para la Salud, pero también
debió vivir en su propia piel los avatares de la transfobia. “Los casos
de violencia fueron creciendo progresivamente, pasaron de insultos a
romper cosas en la casa para terminar golpeándome. Fue un tormento que
viví durante un año y medio. Pero pude salir”, recordó.
“[En cierta ocasión] golpeada, realicé la denuncia en la Comisaría
11va, pero no hicieron nada. Luego realicé la denuncia en la Comisaría
1ra del Menor y la Mujer, por lo que sacaron a mi pareja de mi casa. Yo
no quería volver a vivir ahí”, sostuvo Camila.
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