miércoles, 26 de enero de 2011

Venezuela: Una deuda de la Revolución

Por: Víctor Fernández
Fecha de publicación: 25/01/11

Cuando leí el artículo de Cero homofobia publicado por el equipo de Aporrea el 17 de enero (http://www.aporrea.org/ddhh/n173146.html), tanto la alegría como la tristeza se hicieron presentes.

La alegría, porque saber que en un medio como Aporrea (tan consultado y de suma importancia para la revolución) hay un grupo de trabajo que tiene claro que el socialismo se construye sin ningún tipo de mezquindad ni dominación, es un respiro para quienes venimos trabajando en la trinchera del género y diversidad sexual.

Y la tristeza, por lo evidente: en doce años de trabajo, casi nada hemos avanzado en la reflexión de que el enemigo son tanto el capitalismo como el patriarcado, alimentándose el uno al otro en sus formas de subyugar nuestra humanidad solidaria.

En el trayecto que hemos realizado desde el inicio de este proyecto de país que es el socialismo del siglo XXI, rápidamente se saldaron deudas históricas y fundamentales para avanzar hacia la justicia social y, más importante aún, la organización popular. Los chistes racistas y clasistas que estaban tan naturalizados en los ochenta y noventa, hoy en día son un horror en cualquiera de nuestros espacios revolucionarios, y es señal de alerta en nuestra ecuación pública.

La pobreza, los pueblos originarios y le herencia afro que nos da tanta identidad caribeña, fueron reivindicadas en la boca del presidente y la del todas y todos. Ahora nadie duda un minuto en identificar a Colón como un invasor; nuestro hermoso cerro caraqueño dejó de tener le nombre ese genocida que fue Ávila y recuperó su misticismo indígena; y ser pobre es ser pueblo, es sonrisas, arepas y gente trabajadora.

Pero no ocurrió lo mismo con el discurso homófobo, sino que por el contrario, parece haberse profundizado su uso con un viceralidad que asusta a cualquiera que venga de tierras menos machistas buscando en Venezuela la nueva brújula de la revolución global.

El terror de la palabra: “Aayyyy…”

Desde que empecé a encontrarme con la perspectiva de género, me he vuelto poco tolerante al torrente de comentarios sexistas y homófobos que deambulan descaradamente en la reuniones del chavismo, siempre con un tono de burla, como si fuera ameno insultar a tanta gente que ha sido humillada, marginada y asesinada por ser quien es, por expresarse libremente, por REVOLUCIONAR y desafiar al sistema. Entonces me pregunto: ¿es así como vamos a construir el socialismo, con permanentes comentarios que nos hacen tan mezquinos como a la derecha?

Y en esto todos y todas tenemos responsabilidad, pero es necesario señalar la de quienes trabajan delante de los micrófonos porque su alcance le da legitimidad a semejante marginación.

Es recurrente (por no decir cotidiana) la manera en que los compañeros Alberto Noria y Mario Silva descalifican a la oposición insinuando que sus dirigentes son homosexuales, reafirmando así la visión de la izquierda de los setenta de que la homosexualidad es producto de la alienación estadounidense y por tanto se reproduce en la burguesía, en los sifrinos.

Hace poco más de un año, en La Hojilla colocaron en vivo la página web de un dirigente estudiantil de la derecha (Julio Rivas) que estaba siendo procesado por su vinculación a los hechos de violencia en la marcha que derecha organizó en contra de la Ley de Educación. En esta página, este estudiante salía semidesnudo con textos y fotos que al parecer de varios resultaban poco “masculinas” (http://www.youtube.com/watch?v=A3ixkzqDApQ).

Cuando vi al compañero Mario Silva mofándose de este estudiante por su probable condición de homosexual no lo podía creer. Y a ese hecho siguieron otros peores, como los comentarios en los foros de youtube donde nuestros estudiantes revolucionarios se burlaban de la oposición porque tenían un dirigente “marico”; y peor aún me resultó la negación del estudiante en cuestión y de sectores de la oposición, afirmando que todo eso era un montaje. De lado y lado la homosexualidad estaba claramente satanizada.

A ese hecho como ejemplo de muchos otros bastante frecuentes en nuestros medios de comunicación revolucionarios, permítanme traer algunos elementos a la reflexión:

  1. Tanto la homosexualidad, como la transexualidad y la bisexualidad, no corresponden a una clase social específica. Si hay más gente en Petare que en La Castellana, es bastante probable que haya más maricos en el primero que en el segundo.
  2. Desde la estrategia política, ¿era realmente necesario atacar la privacidad de un dirigente estudiantil de la oposición? Es como si no tuviéramos argumentos suficientes para debatir el tema en cuestión que era y es la educación que queremos y necesitamos para transformar el país hacia una sociedad cada vez más justa y equitativa. Compartir mediante la televisora nacional esta página web fue una jugada sucia, contradictoria e innecesaria, que además colocó a este agresor público en una posición de víctima cuando era victimario.
  3. ¿Cómo iniciamos un debate nacional respecto al rol de los medios y cómo nos jactamos de ser críticos por su irresponsabilidad ética cuando hacemos prácticas como ésta y casi nadie dice nada?
Mientras sigamos escuchando el famoso “Aaaayyy” acompañado de risitas tontas en nuestros programas de radio y televisión, le seguiremos dando argumentos a la oposición para que nos descalifiquen a nivel internacional como violadores de los derechos humanos. La mediocridad de la derecha no va a durar toda la vida, y a esta altura ya deben estar cambiando su discurso católico por uno más neoliberal. No podemos seguir dándoles herramientas.

¿Es o no es del siglo XXI?

Entre las muchas razones de la caída de la URSS está su mirada homogeneizante sobre la sociedad. Igualdad y equidad no significan que todas y todos vistamos y trabajemos en lo mismo, sino por el contrario, como haciendo y expresando muchas cosas, todas y todos asumimos un rol en la dinámica social, aceptándonos y conviviendo en armonía al punto de tener los mismos derechos, deberes y condiciones para el crecimiento personal y colectivo. Se trata de convertirnos en un gran equipo.

El capitalismo, en su oleada neoliberal, bien supo leer como la globalización implicaba romper con el consumismo homogénezante y empezó a generar los mercados específicos, garantizando una vez más su perpetuidad como sistema dominante.

Es ahí donde comienzan a surgir los bares, discotecas y cruceros gays, que son una concesión de la derecha para que neutralizar el surgimiento de un movimiento social que estaba y está cobrando fuerza como red global tal como lo es la comunidad lgtttbi (lesbianas, gays, transexuales, travestis, transgéneros, bisexuales e intersexuales). Además, a estos lugares solo accede a través del consumo, así que su existencia en el capitalismo tiene una razón aún mayor: son un negocio.

A mi entender, el socialismo del siglo XXI está propuesto precisamente desde la diversidad, desde el reconocimiento del otro y de la otra en su diferencia para desde esa suma de expresiones individuales poner en común los deseos, sueños y valores que van a darnos sentido colectivo. Si queremos seguir profundizando la organización social, la única manera de sumar más voluntades es que se sientan bienvenidas por ser quienes son y aporten a la revolución desde su lugar, su historia, su vida.

La revolución en la cama y en la calle

En las autoevaluaciones de los últimos años, nos hemos percatado que una de las fallas ha estado en no darle a la dimensión cultural la importancia que tiene. Fue mucho el dinero y la voluntad política para hacer del cooperativismo una forma de tránsito hacia un aparato productivo socialista, pero los resultados no fueron los esperados.

Entonces cambiamos de estrategia, dándole cada vez más sentido ideológico (y por tanto, cultural) a lo queremos construir en la patria chica y la patria grande. De círculos bolivarianos a comandos, patrullas, batallones y más recientemente una escuela masiva de formación socio-política. Cambiamos de un partido tradicional electoral a uno ideológico-masivo más horizontal, y le dimos carácter jurídico a los consejos comunales.

Ahora, si hay una comprensión de lo cultural como el principal campo de batalla, ¿por qué hay tanta resistencia a transversalizar la revolución con la perspectiva de género? Son abundantes los textos sobre el socialismo, el capitalismo… ¿y el patriarcado? Hay publicaciones, y se han generado instituciones y hasta un Ministerio del poder popular para la mujer y la igualdad de género, pero su discusión parece como segmentada del proyecto macro, como una cosa de las mujeres que tiene un segundo nivel de importancia.

Si aspiramos a seguir madurando y aumentando la participación en formas de organización social que prioricen lo colectivo en vez de lo individual, tenemos que empezar por examinar cómo estamos en lo personal, en lo inmediato, en lo particular. Son muchos (casi todos, la verdad) los compañeros militantes que tienen una buena formación teórica, un mitin increíble, y cuando te tomas unas cervezas con ellos empieza esa lluvia de comentarios homófobos y sexistas.

Revolucionar es darle vuelta a la cosa, menearla, sacudirla, y para que sea genuina no puede ser de la puerta de la casa pa’ afuera, sino que tiene que empezar y permanecer en la cama (la cama sola y la compartida). De igual, tiene que tener calle, tiene que visibilizarse para naturalizarse. Que nos acostumbremos a ver a dos hombres besándose o a una transexual como recepcionista en cualquiera de nuestros ministerios.

Nada de “yo soy revolucionario porque no tengo problema con los maricos. Cada quien hace en las cuatro paredes de su casa lo que quiere”. En su casa y en la calle, porque nadie ejerce plenamente el derecho a la identidad, a libertad de expresión, si tiene que desdoblarse, mentirse, engañar y engañarse para poder vivir sin sentirse permanentemente amenazado.

La deuda

Esta discusión tiene que darse, y no solo restringida a la diversidad sexual sino al desmontaje progresivo del patriarcado. Al respecto, tenemos en agenda:

  • La reforma del artículo 21 para incluir explícitamente la prohibición por orientación sexual o identidad de género (propuesta en el Proyecto de Reforma Constitucional de 2007) y/o una ley específica que desarrolle esta tesis.
  • Una educación sexual integral, que aborde las relaciones humanas en su dimensión sexual como hecho biológico y cultural, y que reconociendo a la sexualidad desde el placer estimule la prevención del embarazo precoz, la violencia hacia la mujer y la transmisión de enfermedades venéreas.
  • La perspectiva de género transversalizando todos los niveles educativos para que todas y todos podamos identificar al patriarcado como sistema y su reproducción en nuestras prácticas cotidianas.
  • La despenalización del aborto (por demás urgente) para cortar la cadena de muertes de adolescentes de nuestros barrios que se practican abortos clandestinos, así como terminar con la mafia de las médicos que hacen de esta situación un negocio.
  • El reconocimiento de más de dos géneros para que lxs trans e intersexuales tengan cabida en el hecho cultural más fundamental: el lenguaje; y desde ahí se desarrollen políticas sociales específicas de atención a su situación de marginación.
  • El replanteo jurídico de la familia, que supera la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo para entender a la familia no desde lo reproductivo sino desde lo afectivo y así dignificar prácticas populares y milenarias de nuestra organización social.
  • La batalla mediática, donde se asuma el artículo 21 en plenitud para que tanto los comités de usuarios y usuarios como CONATEL y las editoriales de los medios masivos de difusión le den la atención merecida a las producciones radiales y televisivas que legitiman tan nefasta forma de segregación.
Por una sociedad justa, sin oprimidos ni opresores, patria, socialismo o muerte, ¡venceremos!

textos.victorfernandez@gmail.com


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