Derechos Humanos. La comunidad trans peleará este año por una Ley de Identidad de Género que permita el cambio de documento y mejore su calidad de vida. Marcela Romero, presidenta de Attta, confía en que el Congreso debatirá esa posibilidad entre marzo y abril. Y pronostica un resultado positivo.
“La gente tiene que entender que nosotras no queremos estar más paradas en las esquinas, que no queremos trabajar con el sexo, que no nos han dejado otra opción, nos negaron todo”.
Marcela Romero es mujer, es transexual y mujer. Fue, de hecho, una de las primeras mujeres transexuales en nuestro país en conseguir que su documento diga su verdadero nombre. “Fue en 2009, después de tener que pelear durante 10 años para que un juez lo reconozca”, dispara. Pero no está enojada: ese trajinar, dice, sirvió para que hoy ese fallo sea jurisprudencia. Y eso, resume orgullosa, “es parte de la lucha”.
Hoy, la secretaria general de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) y también presidenta de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros Argentina (Attta) pelea por dar un paso más en esa lucha: lograr que el Congreso apruebe este año una Ley de Identidad de Género que permita a las personas trans cambiar su documento sin recurrir a la Justicia.
La sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, en 2010, preparó el terreno para la presentación de un proyecto de ley con ese objetivo y de otro que apunta a conseguir una ley de atención sanitaria integral (ver “Dos proyectos...”). “Es el momento político ideal; hoy los derechos humanos están bien reflejados en las políticas que tiene el Gobierno. Este es el momento”, dice, confiada, Marcela.
– ¿Por qué creés que una Ley de Identidad de Género es clave?
– El Estado y todos los gobiernos democráticos que han pasado por nuestro país tienen una deuda con nuestra comunidad. Nosotras estamos reclamando el respeto a la identidad de las personas, una ley que mejore la vida de personas trans, travestis y transexuales.
– ¿Qué es ser una persona trans hoy en Argentina?
– Es ser una persona NN. Somos las olvidadas de la democracia, ciudadanas sin derechos. Queremos ser parte de las políticas públicas como cualquier ciudadano se merece, queremos acceder a la educación, a la salud, a la vivienda y al trabajo. Sin un nombre que refleje nuestra identidad en el DNI, no podemos avanzar ni como personas ni como ciudadanas.
– Es la anulación de la persona, en definitiva...
– Imaginate que una se presenta a pelear por un trabajo y te dicen que sí, te aprueban; pero al otro día, cuando presentás tu documento, te dicen que no, que están buscando a una mujer para ese trabajo. A esas situaciones hay que multiplicarlas en todos los espacios de la sociedad: en la educación, en la salud, en lo mínimo que una necesita. Si una quiere alquilar una habitación o un departamento te dicen que no te lo pueden alquilar o te lo alquilan tres veces más caro. Porque si sos trans, sos una persona que no tiene nombre, que no tiene identidad. Ante la sociedad, sos una persona sin derechos. Y esto va a ser así mientras la persona que está en el documento no sea la persona que se refleja ante la sociedad.
– ¿Cómo te sentías vos antes de tener tu documento?
– Me sentía sin derechos. Vivía con mucho miedo, porque nosotras somos un blanco constante de violencia. Vivimos con miedo, vivimos inseguras, porque lo único que recibimos de parte del Estado es el abuso policial constante. Una persona, al no tener derechos, vive siendo vulnerable. No somos personas peligrosas, estamos en peligro; la violencia que hay hacia nuestra comunidad es continua. Al no tener opción para nuestras vidas, no tener la opción de decir “quiero estudiar, quiero trabajar, quiero hacer algo”, la única opción real que tenemos para sobrevivir es el trabajo sexual. Y atrás de eso sabemos que hay un gran negocio para la policía, es la caja chica de la policía. Nos viven coimeando, nos llevan detenidas y se aprovechan de que no tengamos documento.
– ¿Y esa situación cambió desde que la Justicia te reconoció?
– No, por supuesto que no. Eso fue sólo una base, así como esta ley que estamos impulsando servirá solamente como una base para empezar a trabajar en la inclusión social. El objetivo final es estar incluidas en la sociedad, estar incluidas en las políticas de Estado. Lo que va a hacer nuestra lucha es favorecer a las generaciones que vienen, que van a poder estudiar, van a poder tener elección de trabajo, van a poder avanzar en los espacios públicos y privados sin la discriminación que recibimos nosotras durante toda nuestra adolescencia y que seguimos recibiendo simplemente por no ser la persona que nuestro documento nos dice que deberíamos ser.
– ¿Creés que este año se van a poder tratar esos proyectos en el Congreso?
– Yo estoy segura de que sí. Hay una mayoría de votos confirmada durante un relevamiento que hicimos cuando se dio el tratamiento del tema del matrimonio. Un 74 por ciento de diputados y senadores estaban a favor. Yo estoy segura de que sí.
– ¿Han tenido contactos con el oficialismo y con el Gobierno?
– Sí, claro. Y hemos trabajado para que firmen este proyecto los bloques de los distintos partidos políticos. Llegamos, el último día, hasta a hacer que firme el bloque de PRO, que no había firmado el Matrimonio Igualitario. Logramos que 15 bloques de la Cámara de Diputados firmen. Me parece que hay una realidad que está viendo la ciudadanía, que están viendo los diputados y los senadores; una realidad que habla de la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas. Y estos señores y señoras que están sentadas ahí están para mejorar la calidad de vida de las personas. Lo que pasó en el caso del Matrimonio, en el que se logró un dictamen y una ley tras una lucha muy fuerte contra la Iglesia nos da optimismo. Me parece que el Estado y los congresistas entendieron que la ley tiene que ser igual para todos y para todas, porque eso es lo que dice la Constitución.
– Igual, los que se opusieron antes van a volver a hacerlo...
– Yo pienso que no, que no van a estar tanto. Puede ser que algunos de la Iglesia, pero no creo que tantos. Pienso que el debate va a ser mucho más light. Y calculo que entre marzo y abril vamos a tener el primer debate en diputados, seguramente con saldo positivo.
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Dos proyectos en el Congreso
Travestis, transexuales y transgéneros tienen negado en nuestro país el derecho a la identidad, derecho consagrado en todos los tratados internacionales de Derechos Humanos suscriptos por nuestro país e incorporados a la Constitución Nacional en la reforma de 1994. Tienen en sus documentos un nombre diferente de aquél por el que todo el mundo las conoce, y figuran inscriptos con una asignación de género que se contradice con su identidad.
Esa discrepancia entre su vida y los papeles les complica todo: entrar a cualquier lugar donde pidan documento, anotarse en una carrera, votar, salir del país, casarse, abrir una historia clínica en un hospital.
Para terminar con eso, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) ha presentado dos proyectos de ley en el Congreso de la Nación.
Nombre real. La Ley de Identidad de Género (proyecto presentado en la Comisión de Legislación) habilitará el cambio de nombre y de género en el DNI y la partida de nacimiento mediante un trámite sencillo y rápido, sin intervención judicial y sin la intervención de médicos y psicólogos. Es decir, sin que haga falta un abogado y un fallo judicial y dejando atrás la patologización de la transexualidad como “disforia de género”, una supuesta patología psiquiátrica inexistente, que aún sobrevive en los manuales.
Para hacer el cambio de identidad, las personas trans no necesitarán más probar que están “enfermas”; simplemente deberán manifestar que su identidad de género difiere de la que consta sus documentos y expresar su deseo de cambiar de nombre.
Salud integral. La Ley de Atención Sanitaria Integral para personas Trans (proyecto presentado en la Comisión de Salud), por su parte, permitirá a las personas trans el acceso pleno a la salud tanto en el sistema público como privado de Salud, a partir de la incorporación de los tratamientos de cambio corporal como parte del Plan Médico Obligatorio.
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Opinión: Es clave acabar con la exclusión
Por María Rachid - Vicepresidenta del Inadi
Una Ley de Identidad de Género es absolutamente indispensable para acabar con la discriminación a la que son constantemente sometidas las personas trans. Una una discriminación que comienza en la familia y que llega hasta los últimos niveles de la sociedad: sólo por ser diferentes, a las personas trans se las expulsa de sus casas, se les niega la educación, se las rechaza cuando buscan un trabajo y se les ponen obstáculos para acceder a la salud. Esto se refleja en las enfermedades que sufren, en la pobreza en que viven; en su menor esperanza de vida.
El reconocimiento de la igualdad de género por parte del Estado es vital para avanzar rumbo a la solución de este flagelo. Pero ese reconocimiento es sólo el primer paso, es la base para la realización a largo plazo de un cambio más profundo, que tiene que ver con la cultura y con el conjunto de la sociedad. Porque mientras la sociedad siga considerando a lo diferente como excluible, los que hoy están excluidos seguirán siendo víctimas de la exclusión.
Afortunadamente, este Gobierno se muestra interesado en avanzar hacia la eliminación de este tipo de desigualdades, hacia la búsqueda del respeto de las personas, más allá de sus elecciones o identidades. Esta es una línea que se ve desde hace tiempo, desde antes, incluso, de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario.
Creo que mi nombramiento como vicepresidenta del Inadi es una ratificación más de esa dirección. Por eso lo recibí como un reconocimiento a mi trabajo, con orgullo personal y con el orgullo de formar parte de un proyecto político que busca incluir a todos y todas. Pero, por eso, lo recibí, sobre todas las cosas, como una gran responsabilidad.
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Opinión: Revertir esta realidad
Por Cecilia Merchán - Diputada Nacional por Libres del Sur
Si bien se nace con un sexo u otro, la construcción del género se va desarrollando en la vida mucho más allá de la biología y la genética y es uno de los aspectos más importantes de la identidad de las personas, porque está presente en todas nuestras acciones.
En un primer momento se pensó que el derecho a la identidad sólo abarcaba el derecho al nombre, pero con el transcurrir del tiempo se le fueron agregando otros componentes que apuntan cada uno a una parte de la personalidad: la imagen, la filiación, el género, el estado civil, entre otros.
El derecho a la identidad tiene una directa vinculación con el derecho a no ser discriminado, a la salud, a la intimidad y al proyecto de vida, y es nuestra Constitución quien los ampara. Las personas trans sufren discriminación social a través de malos tratos, apremios, violaciones y agresiones, y se encuentran prácticamente condenadas a condiciones de marginación, con consecuencias nefastas para su calidad de vida y su salud.
Lograr una ley que permita el cambio de nombre y la creación de una Oficina de Identidad de Género son los primeros pasos para revertir esta realidad.
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