lunes, 10 de enero de 2011

FUERZAS ARMADAS Y TRANSEXUALIDAD

El pasado 8 de Diciembre el NATIONAL POST, un diario canadiense, daba la noticia de que las Fuerzas Armadas de este país, habían aprobado un protocolo con el que se facilitaría aún más la integración de los militares transexuales en la Organización; protocolo que establecía además de reglas de vestuario, cuestiones en el ámbito de la salud y normas de conducta orientadas hacia el género sentido, elegido, declarado o lo que se quiera saber o entender acerca de las personas trans.

Por N. Martín Jiménez para el Diario Digital Transexual-. Como algo conocedora de nuestras Fuerzas Armadas y española, puedo desde luego envidiar las políticas de no discriminación tan avanzadas seguidas por unas Fuerzas Armadas, como en este caso las canadienses. Aunque deberé reconocer que ya, hoy en día, también se aplica algún tipo de política de no discriminación a personas trans en nuestras FAS. Quizás no vayan tan lejos como la comentada anteriormente, desde luego; pero sin duda si son un avance serio del cumplimiento del marco constitucional y del seguimiento de algunas directivas del Consejo y del Parlamento Europeo. Cabe destacar aquí el Doc. A3-16/89, Resolución del Parlamento Europeo sobre discriminación a personas transexuales pidiendo a los Estados miembros que den información sobre los problemas de los transexuales en particular a los miembros, entre otros tantos de su administración militar.

La noticia no deja de ponerme enormemente contenta, y no solo porque existan países donde su desarrollo democrático normal alcance a las personas transgénero y transexuales. Sino también porque cada vez son más las noticias, donde nuevos Ejércitos no discriminan a sus miembros por su identidad sexual o de género. Lo que internacionalmente va provocando inexorablemente la normalización de las personas trans dentro de esas sociedades.

Esa es la cara. Pero la cruz de la moneda, la pone la democracia por antonomasia. Y es que, en el Ejército Norteamericano, ser transgénero o transexual sigue siendo cuestión incompatible con el servicio activo. Y donde simplemente ser Gay o Lesbiana continua a fecha de hoy siendo un estigma profesional dentro de ese ejército que se afana (enlutando a muchas familias norteamericanas al hacerlo), en llevar la democracia, la libertad y los valores occidentales a cualquier lugar del mundo, cuando son incapaces de hacerlo dentro de su propia Institución Militar.

Continúa la noticia del diario canadiense. Es verdad; no todos han visto esta medida con buenos ojos, bien sea desde sectores civiles de la sociedad e incluso desde la propia Institución. Al igual que pasó aquí cuando se reformó el cuadro de exclusiones médicas y que permitía el acceso a hombres transexuales a nuestras Fuerzas Armadas.

El Ombudsman o defensor del pueblo, cuestionaba la medida, contraponiéndola parece ser con la falta de atención que tiene el Ministerio de Defensa Canadiense con las familias de soldados muertos en Afganistán. Si es así. Desde luego, falta de generosidad, lealtad y justicia de ese Ministerio. Pero que nada tiene que ver con legislar en otros asuntos que también afectan al propio Ministerio. Estoy segura que los y las militares trans canadienses (que tendrán familia, supongo), serán los primeros en solicitar la atención necesaria para aquellas familias de sus compañeros caídos en combate. Es lo que tiene la milicia, que por encima de los sexos está el honor al compañero caído y la solidaridad con su familia.

Una de las particularidades de los ejércitos democráticos, y con diferencia de aquellos que sirven en regímenes totalitarios; es que sus Fuerzas Armadas, representan con fidelidad lo que es su propia sociedad civil. De esto que no quede la menor duda.

Particularmente, si una sociedad, por ignorancia congénita del asunto, mayoritariamente desconoce lo más mínimo sobre que es el transgenerismo y la transexualidad, llevándola a generar prejuicios ocasionados por el miedo a lo desconocido; irremisiblemente, eso ocurrirá también dentro de la propia Institución Militar.

Este prejuicio, por ese desconocimiento; o bien también por simple odio del tipo que sea. Llevará a cuestionar a la ciudadanía y a miembros del propio ejército como un “desatino” incomprensible, que un ministerio con graves problemas; ya sean las pérdidas humanas de su ejército en Afganistán como en el caso canadiense, o la grave situación presupuestaria como puede ocurrir aquí; se permita el “lujo” de estar legislando sobre el derecho de ciudadanos nacionales transgéneros y transexuales a poder competir en las oposiciones con cualquier otro ciudadano en igualdad de condiciones, para cubrir las plazas convocadas de las plantillas de los cuadros de mando o de tropa y marinería profesional. Posteriormente, dictar las normas y protocolos para que la integración sea positiva y de equipo en las unidades correspondientes, para alcanzar el máximo rendimiento individual y de conjunto; como se dicta desde las propias Reales Ordenanzas en su artículo 72.

Es decir, es como si los ministerios respectivos, no pudieran tomar más medida que aquella que sea la más preocupante. Dejando aparcado todo aquello que no sea eso.

Personalmente creo; que un Ministerio de Defensa y los Cuarteles Generales tienen (o debieran tener) la capacidad para resolver (o al menos intentar resolver) todos aquellos asuntos que le competan en un momento determinado, en estos tiempos complejos en los que nos encontramos, en los que estuvimos y en los que se nos vienen encima, que no son mancos.

Era evidente, que un ciudadano o ciudadana transgénero o transexual, no debiera ser discriminada por una cuestión de género o de sexo, en el acceso o permanencia en un empleo público. Sería constitucionalmente difícil defender esa discriminación.

Se da, en este caso particular que la profesión militar es altamente vocacional como ocurre con otras profesiones de alto componente de servicio público.

Debieran los Cuarteles Generales, valorar los niveles vocacionales existentes entre una gran proporción de jóvenes que nutren nuestro Ejército, nuestra Armada o nuestro Ejército del Aire; comprobando la progresión personal de una gran mayoría de ellos dentro de la Institución Militar.

No es discutible, si una persona transgénero o transexual, deba llevar en sus genes la “vocación militar” anexada de nacimiento. Al igual que las personas no trans, existirán quienes tengan y quienes no tengan la susodicha vocación profesional en sus perspectivas de vida.

Pero en el caso de que si tengan esa vocación y cumplan con los requisitos exigidos en la convocatoria, ¿Por qué no va a disponer de la misma igualdad de oportunidades que sus conciudadanos?

Si demuestran tener capacidad y mérito para ocupar una plaza (y hoy en día, cada vez esto se da más, en jóvenes chicos y chicas trans) ¿quién le puede negar esa plaza, exclusivamente por su condición de género o sexo?

Si un o una militar realiza su proceso de transición estando ya dentro de la propia Institución. Si sus informes acumulados a lo largo de años de servicio indican su competencia profesional, su valía personal y humana; y queda constancia de sus virtudes militares en la medida correspondiente. ¿Quién puede poner en duda (y en juego) todo lo anterior, valorando exclusivamente desde una perspectiva de la condición de género o sexual de la persona?

Desde luego solo un o unos ignorantes lo harían. También lo podría hacer algún totalitario trasnochado, que hace de sus propias ideas, las ideas universales y esgrimiendo su odio y revancha correspondiente hacía quien no piensa o es como él, procurará justificar con las más inverosímiles teorías decimonónicas e incluso ancestrales, la existencia de esa discriminación.

Y me da, que en nuestro Cuarteles Generales, ni hay ignorantes, y mucho menos totalitarios trasnochados.

Pierdan pues la esperanza, aquellos que aún piensen que transexualidad y Fuerzas Armadas son incompatibles por definición de conceptos. Ya que cada vez son más, los Ejércitos, las Armadas y las Fuerzas Aéreas de más países occidentales, que cuentan en sus plantillas con personas trans que demuestran cada día todo lo contrario a sus Departamentos de Personal.

Es verdad, que ésta representación es hoy en día, casi simbólica. Pero no es menos cierto, que para algunos; con un solo caso, duele como si fuesen miles. Pues desmonta cruelmente su argumento a favor de la discriminación.

N. Martín Jiménez




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