Antonella Morales (izquierda), Dayana Fernández (centro) y Tiffany
Ortega ya iniciaron el trámite para cambiar su nombre. | MAYELA LÓPEZ
Antonella Morales acude a una cita en un hospital
público y aguarda en la atiborrada sala de espera. Sale la doctora y
grita: “Miguel Morales (nombre ficticio), favor pasar a consulta”.
En medio del gentío, Antonella se levanta y se lleva consigo una estela de miradas.
“Yo llamé a un hombre; usted es una mujer”, recriminó la médica. En
voz baja, ella le contesta: “Soy yo”. El desconcierto reina, pues
Miguel está maquillado y tiene senos.
Situaciones
embarazosas y humillantes como estas podrían quedar en el pasado, luego
de que un juez abriera un portillo legal para que la población
transgénero del país logre cambiar de identidad.
Las personas trans son aquellas que no se identifican con el género (masculino o femenino) que se les asignó al nacer con base en sus genitales.
En setiembre del 2014, el Juzgado Civil de San José notificó a la
Asociación Trans un fallo en favor de una integrante que quería llevar
el nombre de pila que eligió basada en el género con el que sí se
identifica.
Dicha organización estima que en Costa
Rica hay unas 500 personas transgénero, las cuales llevan en su cédula
el nombre que se les asignó al nacer y en el renglón de “conocido como”,
el nombre que ellas prefieren.
Ahora, la resolución
permitirá, por ejemplo, a Antonella Morales eliminar de su documento de
identidad la palabra Miguel que tanta confusión y angustia le ha traído
en su vida.
Dayana Fernández, vocera de la
Asociación, comentó que otra integrante logró la misma conquista, pero
que también pretendía que se cambie el sexo con que aparece registrada.
El caso se encuentra en revisión.
En el 2010, ya el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) permitió que los trans pudieran aparecer en la fotografía de su cédula con la apariencia que representa su identidad sexual.
Contra humillación. La Asociación Trans emprendió en el 2009 una lucha para lograr que se reconociera la identidad de sus integrantes.
“Cansadas de que no nos respetaran, diez de nosotras fuimos al Registro
Civil a que nos cambiaran el nombre por medio del ocurso (petición
escrita)...
”Nos dijeron que no calificábamos porque
ahí solo hacían correcciones de nombres”, relató Dayana Fernández,
vocera de la organización.
Además, les indicaron que un cambio como ese debía ser autorizado por un juez civil.
Una integrante de la Asociación, vecina de Desamparados, acudió a los
tribunales amparada en la humillación latente que enfrenta por no poder
cambiar su nombre en la cédula.
“A la hora de
solicitar trabajo y entregar mi hoja de vida, las personas no entienden
por qué, a pesar de que poseo una apariencia de mujer, aún tengo un
nombre masculino”, expresó.
Froylán Alvarado, juez primero civil de San José, falló en favor del cambio de nombre de la desamparadeña.
Alvarado indicó que su resolución se basó en dos votos de la Sala IV
(número 7.128, del 2007, y número 16.877, del 2009) que, según añadió,
ratifican que la identidad de género debe ser protegida como derecho
humano.
“Es indispensable que los interesados
demuestren que el cambio no es para evadir la justicia. Para esto, deben
presentar tres testigos y en los juzgados se hace la consulta para
conocer si la persona tiene antecedentes penales”, explicó el juzgador.
Las dos personas que ya pueden cambiar el nombre aún no tramitan la nueva cédula ante el Registro Civil, adscrito TSE.
Alvarado explicó que puede ser que el Tribunal no acepte emitir la nueva identificación por falta de algún requisito.
Mientras tanto, Antonella Morales también espera la aprobación para
llamarse como ella desea y ya no tener que dar explicaciones por las
diferencias entre su imagen y su identidad.
“Nadie
respeta el ‘conocido como’. Siempre me llaman como ‘él’, cuando
físicamente soy ‘ella’. El problema es que en todas las bases de datos
está mi nombre masculino”, aseveró.
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