Lucas Platero presenta su libro 'Transexualidades' como “un camino
abierto para el diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en
nuestra sociedad para que todos y todas podamos participar en igualdad
de condiciones”.
A su juicio, el tema de la infancia y de la juventud 'trans' es un tema urgente, “y es urgente porque la gente lo pasa mal, no porque las personas estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas”.
A su juicio, el tema de la infancia y de la juventud 'trans' es un tema urgente, “y es urgente porque la gente lo pasa mal, no porque las personas estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad en la transfobia hace mella en las personas”.
Paola Fernández
- San Sebastián
Lucas Platero, de
nacimiento Raquel, es sociólogo y especialista en cuestiones de género.
Da clases en diversos programas universitarios de su área así como en
ciclos formativos de intervención sociocomunitaria. Trabaja con el
concepto trans*, escrito así con asterisco, con la idea de “salirse de
que esto es un problema individual, que sólo les pasa a unas personas
muy raras y ponernos más en el plano de que hay un montón de personas
que no quieren y no pueden encajar en las normas de género porque son
demasiado estrechas y binarias”. Esta semana ha presentado en Donostia
su libro Trans*exualidades, el cual lo plantea como una propuesta a un
público plural. Lo que propone es “desmentir la idea de que las personas
trans* tienen un problema y visualizar que es la sociedad la que tiene
un problema, que es la transfobia”. En ese sentido, plantea la
posibilidad de alianza con las diferentes personas que pueden estar en
ese lugar subalterno, para que puedan tener “un lugar estratégico de
cara a luchar por los derechos”.
En la presentación del libro apuntas que está dirigido a profesionales
de diferentes ámbitos de la sociedad. En el caso de la educación ¿crees
que hay un vacío?
Clarísimamente. Yo creo que
el error no es que no sea tratado, sino que se toca mal. Surge en modo
de chiste o en modo de injuria, o a modo de algo de lo que reírse. Por
ejemplo, hace poco vino a mi clase la policía local a dar una charla
sobre Educación Vial, y apareció este comentario, “a ver si por la noche
vas a salir, vas a beber mucho y terminas ligando con una chica muy
guapa que cuando vayas a casa en realidad es un hombre”. Cuando la gente
piensa que hace falta hacer una educación especial de algo, es porque
hay algo que no estamos haciendo bien. En la vida cotidiana enseñamos de
todo, matemáticas, ética, relaciones sociales… y eso lo hacemos todo el
tiempo sin que haga falta una clase específica. Los estereotipos y las
ideas más fijas, a veces también erróneas, de lo que se supone que tiene
que ser un hombre y una mujer las enseñamos todo el tiempo. No
enseñamos sobre transexualidad, pero enseñamos sobre esa rigidez, esa
necesidad de situar a las personas dentro de un ámbito de lo
inteligible. Lo que nos parece que es y cómo debe de ser un hombre, y lo
que nos parece que es y cómo debe de ser una mujer. Lo que creo es que
la escuela tiene una obligación visionaria de cara a proyectar el modelo
de sociedad que tiene. Sí que es verdad que la escuela tiene una
tendencia a ser conservadora y por eso las personas que formamos parte
de ella tenemos que ponernos al día con lo que la escuela tiene que
hacer. Cuando la gente dice “es que es nuevo el tema este de las nuevas
familias”, no es verdad, la gente trans*, las diferentes formas de
familia ya están en la escuela.
También mencionas la importancia de los medios de comunicación en la
visualización de las personas trans* ¿qué papel juegan en este sentido?
A la escuela y a los medios de comunicación se nos pide mucho. En el
sentido de que tenemos como una obligación moral de hacerlo lo mejor
posible. Hay que pensar como representamos o como hablamos de las
personas, eliminando los estereotipos. Así cuando se habla de una
persona transexual, resulta que lo que más le define es que es trans* y
no el hecho de todas las otras cosas que forman parte de su vida. Y yo
creo que estas representaciones estereotipadas son muy parecidas con las
personas con discapacidad, las personas LGTB, las mujeres… como que esa
identidad no te deja ver quien realmente es esa persona. Yo sí que echo
de menos personas más comprometidas con un periodismo crítico, más
personas comprometidas con una escuela crítica, que no significa que
estemos criticando a los demás, sino una manera de ser profesionales
autoreflexivos, que te cuestiones, que intentes mejorar, que estés
siempre en el diálogo con los otros.
¿Crees que durante los últimos años, la percepción de las personas trans* en la sociedad ha mejorado?
Yo creo que sí. Los movimientos sociales han jugado un papel importante
a la hora de llevar al debate público cuestiones que a la gente que le
incomoda y que piensan que deberían de estar en el ámbito privado. Para
hacer ver que no son problemas de personas particulares, sino que son
problemas de la sociedad, en la medida en la que cuestionan normas
sociales dominantes. Y el binarismo es un problema, porque la mayor
parte de las personas no cabe dentro de esas normas tan estrictas. Es
sexismo es un problema. La transfobia es un problema y eso que en este
sentido hay una pequeña masa crítica que está consiguiendo cambios
importantes. Como son por ejemplo, generar una noción crítica sobre el
diagnóstico. Es decir, ahora mismo hay mucha gente que está diciendo “la
transexualidad no es una patología, sino que forma parte de la
diversidad de los seres humanos”. Y esa idea proviene de los movimientos
sociales y personas concretas, que es una idea muy sensata, pero está
contagiando a muchas personas, y ha llegado a los profesionales, que son
ellos quienes están pensando “es que es verdad”. Además, si la
transexualidad no fuera una patología, de pronto el registro civil, la
psiquiatría, la endocrinología ya no sería tan importante. En la medida
en que no estarían los guardianes, ni quien es la persona que se merece y
puede cambiar o modificar su cuerpo, o cambiar legalmente sus papeles,
para lo cual también habría que pensar también cómo funciona el poder.
En el ámbito político y legal ¿veis que existe un muro que no deja avanzar?
Yo creo que se han conseguido cosas, lo que no invalida el hecho de
decir que no son suficientes. Es decir, que la gente pueda cambiar de
nombre y de sexo en los documentos de es muy importante, porque te hace
funcionar en la vida cotidiana. Pero ojo, la vigilancia que hay sobre
quien puede hacerlo, y el hecho de que la persona que vigila tiene unas
ideas tan conservadoras, al final se convierte en un problema. En la
vida cotidiana la gente no se relaciona sólo contigo a través de tu DNI,
y la transfobia tiene que ver con el castigo a los crímenes, con lo que
tú puedes hacer, pero tiene que ver con algo mucho más importante que
son los cambios sociales en la vida cotidiana. En ese sentido, el acoso
escolar, la inserción laboral, la participación social… no se encuentran
solamente es el marco de las leyes. Todavía hay muchas cosas que hay
que hacer. El tema de la infancia y de la juventud trans* es un tema
urgente. La inserción laboral de las mujeres trans* también. Y digo
urgente porque la gente lo pasa mal. La gente tiene sentimientos
negativos hacia sí mismos, por lo que la sociedad te dice. No porque las
personas trans* estén enfermas, sino porque el impacto de la sociedad
en la transfobia hace mella en las personas. Hay gente en casa que no
quiere salir a la calle, que tienen dificultades para encontrar un
empleo, hay jóvenes que tienen sentimientos de suicidio, entonces nos va
la vida en ello, no es una cuestión secundaria o marginal.
¿Qué soluciones planteas en el libro para superar esa transfobia?
Hablo de que probablemente para que no exista la transfobia hay que
hacer cambios a nivel social. Yo lo que propongo es una serie de
acciones que parten de la idea del desarrollo comunitario. De qué pueden
hacer los entornos inmediatos para mejorar la calidad de vida de las
personas trans*. Y en ese sentido, hablo de factores de salud y factores
de protección para la gente más joven. Es decir, que para alguien joven
probablemente va a ser muy importante tener la posibilidad de conectar
con otras personas, tener personas adultas que pueden ser tú familia u
otras, porque la familia igual está muy estresada pensando si es culpa
suya. Hablo de la importancia de conocer a personas trans* adultas que
ejerzan de modelo, hablo de que el profesorado y la escuela estén
apoyando los derechos y la capacidad de expresarse libremente las
personas trans*. En fin, que para ese ámbito y para la gente joven hay
cinco cosas que yo he diagnosticado como factores de salud que me
parecen importantes. El libro se plantea como un camino abierto para el
diálogo alrededor de cambios que podemos hacer en nuestra sociedad para
que todos y todas podamos participar en igualdad de condiciones. Por lo
menos mejorar la calidad de vida de las personas trans*. La segunda
parte del libro son todo actividades que se pueden hacer en grupo a la
hora de abordar ideas erróneas, abordar la adquisición de conocimientos,
abordar también el desarrollo de habilidades para enfrentarse a la
transfobia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario