Un muchacho que siempre quiso ser una muchacha y que se autobautizó Evie cuidó a "Barry" Obama,de niño, en Indonesia. Actualmente, Evie ya no es niñera, ha abandonado hace muchos años los vestidos florales, chalecos de brocados y sostenes, y vive sus días prácticamente refugiada en la mezquita de su pueblo, debido al terror que le inspira el maltrato al que es sometida a diario por la gente en las calles.
Su nombre real es Turdi, un nombre masculino. Vecinos del viejo barrio de Menteng donde vivió Obama confirmaron que Turdi trabajó allí dos años y que también cuidó de la hermana menor, Maya.
La Casa Blanca se ha rehusado a comentar sobre Turdi/Evie.
Evie ha soportado una vida de burlas y golpizas debido a su identidad. Ella relata cómo una vez unos soldados le afeitaron su larga cabellera negra y le apagaron cigarrillos en sus manos y brazos, informó AP.
Ella que no sabía que el niño que cuidó se convirtió en presidente de Estados Unidos en 2008 hasta que vio una foto de la familia en la prensa local. No lo podía creer.
Hoy, Evie vive en una casucha del tamaño de un armario en un barrio marginal y sobrepoblado de Yakarta, lavando ropa sucia para poder comer. Habla suave y amablemente, su mirada trasluce preocupación.
Evie explicó a AP: "Mi padre quería que me comportara como niño, a pesar de que no me sentía así en el alma", y agregó: “por los insultos y el acoso, tuve que abandonar la escuela después del tercer grado me dediqué a cocinar”.
Evie se convirtió en una cocinera experta.
En 1969, en una fiesta, conoció a Ann Dunham, la madre de Barack Obama, quien había llegado recientemente, luego de casarse con su segundo esposo, el indonesio Lolo Soetoro.
Dunham quedó tan impresionada por el guiso de carne y arroz frito de Evie que le ofreció trabajo en su casa. Al poco también se hizo cargo de Barry, de ocho años.
Los vecinos recuerdan que ellos veían frecuentemente a Evie salir de la casa en la tarde con vestido y maquillaje. Pero Evie duda que Barry lo hubiese notado alguna vez.
"El era muy joven", aclaró Evie. "Y nunca permití que me viera con ropa de mujer. Pero algunas veces me vio cuando me probaba el labial de su madre. Eso solía darle mucha risa".
En la década de 1970, Evie se mudó con un novio. Su relación terminó tres años después y se volvió prostituta.
"Traté de trabajar como mucama, pero nadie me contrataba", recordó Evie. "Necesitaba dinero para comida, un lugar donde estar".
Hoy, Evie busca aislarse en la religión y va regularmente a la mezquita, hasta cinco veces al día, para rezar. Dice que sólo espera el momento de morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario