Olivia Hernández Ortiz / El Dictamen On Line | Veracruz
*La historia de Verónika y su anhelo de ser mujer
*La construcción de su cambio
*La transexualidad puede ser inducida
*Efectos secundarios
La primera vez vivió 28 años, entonces el cabello no le llegaba abajo del hombro, sus uñas no estaban largas, no usaba vestido y su rostro no estaba maquillado.
De su infancia poco quiere recordar, no es fácil ser un niño que no encaja en ningún lugar, a pesar de que las reglas sociales le digan que su género de nacimiento debe guiarle una vida común: crecer como un varón, tener novias, casarse y tener hijos.
“Veía a los demás y me di cuenta que eran diferentes, todos los niños varones de 5 o 6 años eran diferentes a mí, se comportaban diferente y yo note eso. Qué tristeza sentirse diferente y no encajar en esa tierna edad…”, platica Verónika.
Cuando tenía siete años descubrió que le gustaba sentirse una niña y que la imagen en el espejo sólo era un accidente de la naturaleza, un accidente que marcaría su vida y la de su familia.
Fue entonces, cuando (por cuestiones que ahora no recuerda) una de sus primas olvidó ropa en su casa y decidió ponérsela, ahí encontró el primer aliento de su libertad.
“Me ponía la ropa de mi prima, y me la ponía a escondidas, fui muy discreta de que nadie me encontrara porque sabía todo lo que podía pasar si alguien se hubiera dado cuenta…”
Verónika Alejandra, como decidió llamarse en su segunda vida, habitó en la clandestinidad por más de 20 años. Ocultándose de la gente, atrapada en el cuerpo de un hombre que debía vivir como lo marcaban las reglas.
Recuerda con tristeza las denostaciones que hace la gente hacia quienes tienen preferencias homosexuales, travestis y transexuales; y todas ellas terminarían trabajando en un salón de belleza o prostituyéndose en una esquina.
TOMANDO VALOR
Por las noches salía vestida de mujer, temblando… y no era por el clima del puerto de Veracruz, sino por el miedo que le generaba el que alguno de sus conocidos la encontrara en un rol que no era el suyo.
Aún con sus experiencias nocturnas, Verónika no permitió que los comentarios de la gente lastimaran sus valores, decidió que la prostitución no sería la salida más fácil para su situación y que no terminaría trabajando en una estética, por lo que se titulo como licenciada en Ciencias de la Comunicación.
Fue hasta los 29 años cuando determinó que para bien o para mal había nacido mujer, quizá no en su naturaleza sexual, pero lo era en su corazón y en su mente.
Comencé poco a poco a realizar mis cambios, todo paulatinamente y de manera muy estudiada, con precaución. Comencé por algo tan básico como dejarme crecer el cabello y determinar una terapia de reemplazo hormonal que fuera segura. Así el 2006 fue el inicio de intuir e ir viviendo la verdadera felicidad de ser, platicó.
Al vivir como un hombre, se había resignado a formar un círculo acorde a su género. De hecho, su nombre proviene de dos mujeres importantes pero con las que no llegó a concretar una relación.
“Cuando ella se casó sentí que me morí”, expresó Verónica, al contar sobre aquella experiencia de amor que trascendió a través del tiempo y que le marcó la vida.
Huele a cítricos y despide un vaho cálido a pesar de que su blanca piel invite a pensar lo contrario. Es fuerte, ruda y hasta guerrera pero el brillo de sus ojos encierra la tristeza de una mujer que ha dejado demasiado en el camino por conseguir sus sueños.
LA CONSTRUCCIÓN DE SU CAMBIO
Para que aquel varón pudiera convertirse en una mujer tuvo que pasar por un proceso psicológico de dos años, entonces inició una terapia hormonal que le permitiría el aumento en su masa muscular.
Sus pechos empezaron a crecer, al igual que su cadera. La masa del rostro de reajustó y ahora sus rasgos son más finos. Su voz también cambió.
“Esos primeros pasos fueron difíciles, empezar a desenvolverte como mujer en edad adulta es algo difícil, nadie te guía en la infancia, creen que eres varón ye te crían como tal. Tuve que aprender a ajustarme, a lidiar con la discriminación, a tener valor, a poner mi felicidad por encima del desprecio de la sociedad y lo logré, porque era feliz y era el mejor escudo que tenía ante cualquier acto de discriminación.
“Al inicio solo me desenvolvía como mujer en mis tiempos y días libres, donde ya me presentaba en todos lados como Verónika Alejandra.”
Entre los rasgos más marcados de discriminación están las de su antiguo empleo, donde un mes después de su aparición como mujer justificaron un “recorte de personal” para despedirla tras manifestarle que lo que hacía no era correcto.
El otro lo sufrió en una institución de seguridad social, donde se negaban a hacer válido su cambio de nombre, el mismo que fue avalado por el Registro Civil de Veracruz, después de un proceso de certificación mediante un notario público, tal y como lo marca el artículo 699-A del Código Civil del estado de Veracruz que cita a la letra:
A elección del promovente, podrá tramitarse la jurisdicción voluntaria ante el juez competente o ante notario público en los siguientes casos: I. Para justificar hechos y acreditar derechos; II. Para acreditar residencia, buena conducta, dependencia económica o el dominio de construcciones de mejora a un inmueble; III. Para acreditar hechos conocidos o acreditar situaciones jurídicas; IV. Para comprobar la posesión de un derecho real; V. Cambio voluntario de nombre o aclaración de uso indistinto de varios nombres.
En junio del 2010 la Gaceta Oficial del Estado de Veracruz y los medios de comunicación notificaron oficialmente a Verónika Alejandra como una mujer, por lo menos en el nombre, porque las leyes estatales aún no permiten su cambio de sexo.
LAS LEYES Y LOS TABÚES
La iniciativa de Ley Federal de Identidad de Género solicita al ejecutivo nacional la reforma al artículo 4 de la Constitución Mexicana de los Estados Unidos Mexicanos para que homosexuales y transexuales sean tomados en cuenta por las leyes mexicanas.
Esta propuesta a reforma en la ley contempla la libertad y la identidad sexual como una garantía a la que todos los sectores de la sociedad deben tener derecho sin motivo a discriminación alguna.
Allí se contempla el respeto a todas aquellas personas que por medio de una operación quirúrgica o tratamientos hormonales modifican su naturaleza en virtud de un sentido de pertenencia al sexo contrario.
Y a pesar de las leyes y tratados que pretenden la protección de todos aquellos a los que la sociedad manifiesta como “diferentes”, hay sectores donde aún no son aceptados, tal es el caso de la Iglesia.
Desde los tiempos donde Sodoma y Gomorra fue quemada por la cantidad de perversiones que ejecutaban eran tales como para acabar con el mundo la misma Biblia dicta que aquellos hombres o mujeres que actúen de forma contraria a su sexo serán castigados con el purgatorio.
Las religiones citan sobre la Biblia, que: una persona se vuelve un homosexual a causa del pecado (Romanos 1:24-27), y definitivamente a causa de su propia elección. Una persona puede haber nacido con una gran susceptibilidad hacia la homosexualidad, al igual que hay gente que ha nacido con una tendencia a la violencia y otros pecados.
Y aunque hay personas como Marco Antonio, que toleran y respetan a los seres humanos por quienes son y no por su condición sexual, hay otros que creen que los travestis, homosexuales y transexuales serán parte del futuro infernal de la tierra.
Así piensa Diego, cree que los transexuales pertenecen al infierno y que lo merecen por haber nacido con una preferencia distinta a la suya.
LA CONSOLIDACIÓN DEL SER
Sin embargo, cambiar el sexo no es fácil. Se inicia con una Terapia de Reemplazo Hormonal, que aseguran sexólogos como el doctor Cesáreo Burgos, podría causar efectos secundarios en el páncreas e hígado.
El médico manifestó que un hombre o mujer que ingieren hormonas contrarias a su sexo corre el riesgo de padecer cáncer o diabetes.
“Esas personas que usan terapias de reemplazo hormonal se van a ganar con el tiempo un cáncer hepático, cáncer cerebral y se van a ganar alguna alteración de las hormonas del páncreas, o una diabetes…”, explicó Cesáreo Burgos.
Pero los riesgos no le importan a Verónica porque su finalidad, su sueño, además de ser feliz, es lograr una Cirugía de Reasignación de Sexo, operación que tendrá que esperar años, y que quizá nunca llegue, pues la más barata fluctúa en 250 mil pesos y su situación económica no se lo permite.
Se siente incómoda con su sexo biológico pero sabe que este no le impide sentir la libertad de su verdadero yo, de su talento y como ella dice, de ser: “orgullosamente mujer, con defectos, pero al fin mujer”.
¿Qué es la transexualidad?
Transexualidad es la convicción por la cual una persona afirma pertenecer al género opuesto a su condición anatómica, el sexólogo Eduardo Muñoz la describe como una predisposición del cerebro distinta al sexo biológico del ser humano.
Y a pesar de ello, señala que podría deberse a factores psicológicos procreados por la misma familia.
“Hay padres o madres que le dicen a sus hijos varones: hay como me hubiera gustado que fueras niña, me hubiera gustado tener una niña. Y así los empiezan a vestir como niñas y empieza ese juego, que luego los niños creen, a mi me quieren más por ser mujer y entonces yo quiero ser una mujer”, explicó.
Aunque hay concepciones un poco menos ortodoxas y más ideales, cercanas a creencias divinas y de depuración de la especie, comenta Muñoz, quien también concibe el incremento en las preferencias sexuales de tipo homosexual y al travestismo como una limpieza terrestre.
“El planeta está sobrepoblado y esto podría también deberse a una actividad de autodefensa para evitar la reproducción humana y frenar la destrucción temprana del mundo”, platicó.
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